
La jueza Sabrina Namer, titular del Tribunal Oral en lo Penal Económico N°1, ordenó el decomiso de 13 nuevas propiedades vinculadas a la red de lavado de dinero y contrabando que encabezó el contador Diego Xavier Guastini, alias Dolarín, asesinado a balazos en octubre de 2019 en Quilmes.
El fallo, emitido el 30 de mayo pasado, se suma al decomiso de otros 13 inmuebles en abril de 2023, y forma parte del tramo final del expediente por el que el financista fue condenado en 2019 por integrar una asociación ilícita dedicada al lavado de activos provenientes del narcotráfico.
Con estas nuevas medidas, ya son 26 las propiedades decomisadas en la causa. Los bienes estaban registrados a nombre de allegados y sociedades fantasma, utilizadas para obstaculizar las investigaciones judiciales y darle apariencia legal al dinero sucio. Entre los inmuebles figuran oficinas en el microcentro porteño, una propiedad en Puerto Madero, otras en Zárate, Banfield, y hasta un terreno en un barrio cerrado de Pinamar.
La resolución de Namer responde a un pedido del fiscal Marcelo Agüero Vera, junto con la Secretaría para la Investigación Financiera y el Recupero de Activos Ilícitos (SIFRAI) y la Dirección General de Recuperación de Activos y Decomiso de Bienes (DGRADB), áreas claves de la Procuración General. La jueza también instruyó al Ministerio Público Fiscal y a la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) a continuar la búsqueda de más activos ocultos por la organización.
La estructura diseñada por Guastini —descrita en la causa como un sistema de lavado de alcance internacional— fue revelada a través de información contable, documentos secuestrados en allanamientos, informes de la AFIP y Registros de la Propiedad. Entre las pruebas clave se encuentra un archivo Excel titulado “Propiedades”, hallado en su computadora, donde figuraban detalles de las operaciones de compra, titulares aparentes y sociedades pantalla.
Pero detrás de esta ingeniería financiera, Guastini también llevaba una vida doble como informante judicial. Conocido en el mundo criminal como Dolarín, por su habilidad para mover grandes volúmenes de dinero negro, también fue colaborador de la PROCUNAR, el ala especializada de la Procuración dedicada al narcotráfico. Su testimonio fue clave para desarticular redes de exportación de drogas y lavado de activos, entre ellas, la que lideraba Carlos Atachahua, un capo narco que traficaba droga a Europa utilizando barcos hospital.
El contador operaba una cueva financiera en la calle Florida y utilizaba mulas camufladas como jubilados o pastores para mover hasta 250 mil dólares en efectivo por viaje, desde Buenos Aires hacia Madrid o Milán. Según sus propias confesiones, canalizaba euros llegados de Europa para convertirlos en propiedades o inversiones locales, como playas de estacionamiento.
Esa doble vida terminó de forma violenta. El 28 de octubre de 2019, Guastini fue asesinado en Quilmes. Un comando lo interceptó en plena noche mientras manejaba su Audi A4. Una moto se acercó y disparó tres veces a través del vidrio. En el auto quedó su pistola Glock, sin disparar. Murió camino al hospital. El crimen, ejecutado con precisión, desató el alerta en tribunales y en el submundo narco: no era un objetivo menor. La sospecha inmediata fue que su rol como informante selló su destino.
LN