
Según el último relevamiento realizado por la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), el Estado -en sus tres niveles- recauda el 63,6% del ingreso generado por la actividad agrícola en todo el territorio argentino.
“Para producir es necesario pagar diferentes costos: las semillas, los fertilizantes, los salarios, fletes, seguros”, explicó Nicolle Pisani Claro, economista jefe de la entidad.
El proceso sigue con la cosecha y la venta de los granos y el dinero que se obtiene de ese proceso sigue tres caminos, según detalló la economista: el valor de quienes alquilan la tierra para producir (26,6%), la ganancia (9,8%) y los impuestos que se pagan (63,6%).
Este último valor es el que mide FADA y el último relevamiento -que es trimestral- mostró un incremento. “Aún con el efecto de la baja temporal de Derechos de Exportación , la caída en los precios fue tal que genera un menor valor de la producción de los granos y, con ello, un mayor peso de los impuestos”, señaló Antonella Semadeni, economista de la entidad.
Por cultivo, el peso de los impuestos es de 65,9% en soja, 53,4% en maíz, 78,2% en trigo y 63,2% en girasol. Con la eliminación de la baja temporal de retenciones para soja, maíz y girasol, se estima que el índice subirá a 67% en promedio nacional, alcanzando el 70% en soja, 56% en maíz y 67% en girasol.
Del total recaudado por una hectárea agrícola, el 63,8% corresponde a impuestos nacionales no coparticipables, el 28,4% a nacionales coparticipables, el 6,8% a impuestos provinciales y el 1% a tasas municipales.
A nivel provincial, la mayor presión impositiva es en Entre Ríos, con 69,1%; seguido de Córdoba (64%); La Pampa (62%), San Luis (61,1%); Buenos Aires (59,7%) y Santa Fe, con 58,6%.
“Cada una de estas provincias enfrenta realidades distintas en cuanto a sus rindes, estructura de costos e impuestos, lo que explica la variabilidad de estos resultados”, concluyó Pisani Claro.