28/06/2025 - Edición Nº872

Internacionales

Gasto militar

La OTAN eleva su apuesta: ¿puede competir con el auge de China?

28/06/2025 | Con un aumento histórico del gasto militar al 5 % del PIB, la OTAN busca hacer frente a China y Rusia, en medio de divisiones internas.



El equilibrio del poder militar global se encuentra en plena reconfiguración. La OTAN ha aprobado el mayor incremento de gasto en defensa de su historia: un 5 % del PIB, con el fin de reforzar su posición estratégica frente a Rusia, que mantiene una guerra activa en Ucrania, y China, que acelera su expansión militar en Asia. Esta decisión busca responder al temor creciente dentro de la Alianza de quedar rezagada ante actores que avanzan sin restricciones presupuestarias.

Estados Unidos, que por sí solo representa el 66,4 % del gasto militar de la OTAN, ha liderado este nuevo impulso. No obstante, el protagonismo norteamericano también alimenta recelos entre otros países aliados. Este empuje proviene en parte de la influencia de Donald Trump, quien volvió a presionar a los socios europeos para que aumenten su contribución, en una jugada que también refuerza los intereses de la industria armamentística estadounidense.

China se rearma a toda velocidad

El crecimiento del gasto militar de China ha sido meteórico: en 1990 representaba apenas el 2 % del gasto global, y hoy supera el 12 %. Este salto se traduce en una modernización acelerada de su Ejército Popular de Liberación, una mayor proyección naval en el Mar de China Meridional y presión constante sobre Taiwán. La inteligencia occidental estima que Pekín podría alcanzar la paridad tecnológica con Washington en varios frentes clave antes de 2030.

Aunque su inversión sigue siendo menor que la de EE. UU., la relación costo-beneficio de China es mucho más eficiente: gasta menos y produce más armamento por dólar invertido. Además, Pekín no rinde cuentas a una estructura como la OTAN, lo que le permite actuar con una agilidad que el bloque atlántico no puede igualar sin reformular su burocracia interna.

Divisiones dentro de la OTAN

No todos los países miembros comparten el entusiasmo por el nuevo objetivo del 5 % del PIB. España ha manifestado públicamente su oposición, afirmando que continuará con su actual nivel del 2,1 %. Esta posición ha sido duramente criticada por sectores dentro de la Alianza, que la ven como una muestra de debilidad estratégica. Medios internacionales incluso han tildado a España de “villana” dentro del bloque.

Otros Estados miembros, aunque más discretos, también expresan dudas sobre el nuevo umbral. El temor a desviar fondos de áreas sociales clave como salud o educación pesa especialmente en países con economías más frágiles. Esta tensión entre la necesidad de rearme y las prioridades internas marca una línea divisoria en el seno de la OTAN.

Ucrania y el gasto desproporcionado

Mientras tanto, Ucrania destina un abrumador 37 % de su PIB a la defensa, una cifra sin precedentes en el continente desde la Segunda Guerra Mundial. La guerra con Rusia ha forzado a Kiev a una movilización total de sus recursos, situación que sirve de advertencia al resto de Europa. Rusia, por su parte, mantiene su gasto en el 5,7 % del total global, pero ha logrado superar a la OTAN en ritmo de producción de municiones, según advirtió el secretario general Mark Rutte.

Este desequilibrio plantea preguntas urgentes sobre la capacidad real de respuesta militar de la Alianza en caso de un conflicto prolongado. Si bien el rearme anunciado es ambicioso, existe una brecha logística y de capacidad industrial que tomará años reducir.

Europa busca autonomía estratégica

En paralelo, los 27 países de la Unión Europea han solicitado a la Comisión Europea un plan concreto hasta 2030 para ejecutar el rearme pactado. El objetivo es evitar duplicidades con la OTAN, pero también reducir la dependencia de EE. UU. en materia de defensa. Esta línea estratégica encaja con los esfuerzos por impulsar la industria militar europea, que aún está lejos de competir con sus equivalentes estadounidense o china.

Los analistas coinciden en que esta década será crucial: o Europa avanza hacia una autonomía estratégica real, o seguirá siendo un actor subordinado dentro del esquema de seguridad atlántico. El calendario acordado marcará si los anuncios de rearme se traducen en capacidad operativa real o si quedan como simples gestos políticos.

Un hecho inédito 

La decisión de aumentar el gasto militar al 5 % del PIB es una declaración clara de que la OTAN se toma en serio el cambio de era geopolítica. Sin embargo, el consenso interno está lejos de ser total, y las fricciones visibles, como el rechazo de España, demuestran que aún no existe una visión unificada sobre qué significa la seguridad para Europa en el siglo XXI.

La amenaza que representan Rusia y China es real, pero la respuesta atlántica aún enfrenta obstáculos presupuestarios, logísticos y políticos. Si no se abordan con rapidez, el riesgo no será solo militar, sino estructural: la OTAN podría enfrentar su mayor crisis de cohesión desde la Guerra Fría.