29/06/2025 - Edición Nº873

Opinión


Cristinismo, memoria y simulacro político

Pablo Seman: la máquina de ser feliz

29/06/2025 | En una conversación sin estridencias, el sociólogo desmonta los paralelismos forzados con el 17 de octubre y advierte sobre un “plebeyismo sin pueblo” que corre detrás de un sujeto político que ya no está.



Hay personas que ayudan a que el pensamiento respire y no muera. Sin show, sin la teatralidad vacía que muchas veces inunda las redes sociales. WhatsApp, paradójicamente, se ha convertido en una herramienta clave para el tráfico de opiniones, un espacio donde circulan declaraciones genuinas, diálogos profundos e intercambios sin la interrupción de la impostura.

Este formato de entrevistas cortas, hechas a través de mensajes, nos permite abrir conversaciones que no siempre se dan en público. Son charlas que nacen del día a día, con un ritmo más pausado y pensado, que van directo al hueso sin intermediarios ni distracciones. En esta ocasión, charlé con Pablo Seman, sociólogo y analista político, para intercambiar sobre la movilización tras la condena a Cristina Fernández de Kirchner. La conversación revela una política que insiste en reciclar su propio pasado, como quien no termina de decidir si está haciendo un duelo o simplemente repitiendo el acto. Una escena donde la melancolía y la resistencia se entrelazan, pero sin terminar de definirse.

Tenía ganas de conversar con vos para que me ayudes a pensar algunas cosas que tengo dando vueltas en la cabeza a partir de la movilización por la condena a Cristina. Tengo la sensación que la política construye todo el tiempo su propia máquina de ser feliz: Pone en funcionamiento un simulacro, que de sí por si no está mal, pero después planifica de acuerdo a lo que ella misma escenifica. Se convence de que esto es un 17 de octubre, una resistencia peronista y todo el tiempo lo que induce es a la melancolía, y por melancolía entiendo la incapacidad de hacer un determinado duelo ¿Qué sensación te dejó a vos? y por otro lado, hoy por hoy ¿Siguen existiendo plazas que sinteticen pueblos?

 

 

Es necesario justipreciar la significación política de la movilización que se dio luego de la confirmación de la condena de Cristina Fernández de Kirchner. En una dimensión puramente demográfica, es necesario comparar el alcance del 17 de octubre de 1945 con el de la mencionada movilización. Siguiendo una estimación como la de Félix Luna, que adjudicó a la misma unos 200.000 presentes —o algunas más conservadoras, que le atribuyeron unos 150.000 manifestantes—, parece equiparable a la movilización de los partidarios de la expresidenta, que fueron estimados por el diario La Nación en unos 158.000, con un número construido con elementos de estimación bastante objetivos. No hubo un millón, como dijeron los cristinistas, de la misma manera que difícilmente haya habido 500.000 personas el 17 de octubre, tal cual lo sostenía la versión oficial posterior al triunfo de Perón en las primeras elecciones presidenciales, que ganó justamente pocos meses después del 17 de octubre. Pero no son equiparables ni siquiera demográficamente. El Área Metropolitana de Buenos Aires era de aproximadamente 4,5 millones de habitantes, mientras que en 2025 esta supera los 13 millones de habitantes, lo que es bastante más del doble. Una movilización como la del 17 de octubre del ’45, en términos puramente numéricos, hubiera debido movilizar como mínimo 400.000 personas. Sin contar que actualmente las comunicaciones y los transportes son mucho más ágiles, que la represión que recibió la manifestación por Cristina fue menor que la que padeció la manifestación por Perón, y que tuvo muchísimo más tiempo para ser preparada, ya que la decisión de la Corte era sabida de antemano por muchos y solo faltaba poner la fecha. Como dice Cristina Fernández de Kirchner, resulta irritante tener que explicar lo obvio, y el caso aplica para la temeraria afirmación de que se trató de un 17 de octubre del ’45.

Pero más allá de lo crasamente demográfico, está el dato político: la manifestación del 17 de octubre logró la libertad de Perón, la recomposición del gabinete nacional y, finalmente, aceleró el proceso político que llevaría al entonces coronel Perón a la presidencia de la Nación. En cambio, la manifestación que pretende equipararse con aquel hecho político decididamente revolucionario de la historia argentina, tuvo más bien el significado de una reunión para acompañar a la expresidenta e intentar arroparla en un momento en que el poder judicial se decidió, mucho más que a hacer justicia, a producir una venganza política.

La movilización fundante del peronismo no fue demográfica y políticamente significativa por cualquier razón, y resistió las interpretaciones que, en aquel momento, profirieron elementos de la izquierda —que la percibieron como una patota lumpen-policial— y las que promovieron, desde el elitismo oligárquico, quienes deshumanizaron a la multitud que buscaba la libertad de Perón, incluso más allá de lo que habían propuesto los dirigentes sindicales, que hasta el último día antes de la movilización discutían si incluir o no en el pliego de condiciones lo relativo a la situación de Perón. Esa movilización era el resultado de un proceso en el que se fue forjando un sujeto político: una articulación a dos bandas entre el Estado y la sociedad, entre un Ejército que desarrollaba, en medio de la crisis de la Nación, un proyecto de regeneración, y un movimiento obrero que buscó —y obtuvo— muchos de los beneficios del apoyo a ese proyecto.

Te escuche hablar de “plebeyismo sin pueblo” o “cumbieros tardíos”. Como gente que corre desesperada en la dirección que cree que está el pueblo pero que cuando llega eso ya está se encuentra en otro lado ¿No hay un peronismo gentrificado que carece de la sensibilidad correcta para encarnar su sujeto historico?

Un sujeto político no es “mucha gente”, ni tampoco una expresión de subjetividad colectiva, sino un principio de efectuación colectiva que funciona como contrapunto de las sociedades entendidas como sistema. El peronismo fue, en ese sentido, el actor que revolucionó un sistema. La manifestación por Cristina es, más bien, el resultado de la descomposición de los múltiples factores que hicieron del peronismo un sujeto político: la transformación del mundo del trabajo, la ausencia de una mirada estatal y de un proyecto nacional, y su sustitución por una capa de profesionales metropolitanos de la comunicación, aunados a profesionales de la mediación política.

Son justamente esas capas —que adoraron tardíamente al pueblo— las que se ilusionaron, también tardíamente, con una imagen que ya no era. El “plebeyismo sin pueblo” le rindió culto, en los 2020, a la cumbia que reinaba en los sectores populares en los años 90. Tanto como en la segunda década del siglo XXI execraban a los chetos que escuchaban música electrónica, para pasar a reivindicarla pocos años después como una expresión de rebelión poliamorosa.

Como dice Serrat, “llegan siempre tarde donde nunca pasa nada”, ya que estamos —por qué no— en plan de citar el brillo de estrellas muertas.