
La voluntad de abrir un canal de diálogo entre oficialismo y oposición apareció con fuerza tras las elecciones de concejales en Rosario, pero el tono no fue el mismo de los dos lados. Desde Ciudad Futura, Juan Monteverde —flamante ganador de la elección— tendió la mano. Desde el Palacio de los Leones, Pablo Javkin acusó recibo, aunque con distancia y una sonrisa forzada.
En plena veda electoral, Monteverde le escribió un mensaje al intendente para ofrecerse a reunirse sin importar el resultado. Ya con el 30,58% de los votos en el bolsillo, insistió en recomponer el vínculo institucional y relanzar una agenda de diálogo. Para el concejal, “quedan dos años con mucho por resolver” y es momento de “salir del insulto y la descalificación personal”.
Javkin, consultado por la invitación, confirmó el contacto, pero sin entusiasmo. “Siempre me voy a reunir con todos los concejales electos”, fue su respuesta estándar. Cuando se le preguntó por la fecha concreta del encuentro, ironizó: “Capaz me reconoce la victoria de hace dos años”.
Lejos de descomprimir, el jefe comunal pareció redoblar el pase de factura. “El odio es un mal consejero y no es habitual en Rosario. Hay que dejar atrás los agravios personales”, lanzó, en alusión directa al tono que adoptó Monteverde durante la campaña. La tregua no se firmó, pero los dardos siguen.
La última vez que ambos dirigentes se sentaron cara a cara fue en agosto de 2023, antes de las elecciones generales. Después de eso, silencio. El triunfo de Monteverde, que reagrupó al peronismo local y nacional, lo reposiciona como actor clave hacia 2027. Pero Javkin, lejos de ceder espacios, administra con celo su capital político.
La elección dejó un Concejo más fragmentado, donde Ciudad Futura, el peronismo, La Libertad Avanza y el oficialismo se reparten el tablero. En ese contexto, la foto del diálogo se vuelve más necesaria, pero también más costosa para quienes aún sienten las heridas abiertas de la campaña.
El nuevo equilibrio obliga a todos a sentarse, pero ninguno quiere aparecer débil. Monteverde juega a proyectar poder desde la institucionalidad. Javkin juega a no reconocerlo como par. La política rosarina ya entró en modo 2027, aunque lo nieguen.
La mano está tendida, pero nadie dio el primer paso. Y entre mensajes, ironías y micrófonos abiertos, Rosario sigue esperando que el respeto vuelva a ser más que un eslogan.