
En el Gran Musallá de Teherán, un mar de mantos negros se abrió cuando cientos de madres alzaron a sus bebés por encima de sus cabezas, repitiendo el lamento Ya Husáin que resuena desde el siglo VII. La escena, retransmitida en directo por la televisión estatal, condensó emoción religiosa y cálculo político en una imagen difícil de ignorar.
La versión 2025 de la Hosseini Infants Ceremony reunió a creyentes en más de 9.000 mezquitas y centros religiosos de Irán y en 45 países. Las autoridades no ofrecieron cifras exactas, pero la convocatoria coincidió con la frase del corresponsal de CNN Frederik Pleitgen: “El martirio es un valor central en Irán”.
La ceremonia recuerda la muerte de Ali Asghar ibn Husáin, un niño de seis meses atravesado por una flecha durante la Batalla de Karbalá (680 d. C.). Desde 2003, el rito ha pasado de una modesta reunión en Teherán a un fenómeno global impulsado por la diáspora chií.
Los bebés visten túnicas verdes o blancas —colores de esperanza y pureza— y cintas con el nombre del infante mártir. Al levantarlos, las madres recrean el instante en que el imán Husáin suplicó agua para su hijo antes de su muerte.
Para la dirigencia iraní, la escena es también un mensaje geopolítico. Este año, los cánticos de «Muerte a EE. UU.» y «Muerte a Israel» se mezclaron con imágenes de misiles balísticos proyectadas en pantallas gigantes, mientras se celebraban funerales de altos mandos de la Guardia Revolucionaria caídos en enfrentamientos recientes.
Los sermones insistieron en el deber de criar a los niños como “soldados del Mahdí”, articulando resistencia religiosa y defensa nacional. Analistas locales ven en la ceremonia una operación de cohesión interna ante la presión internacional.
Fuera de Irán, la cobertura osciló entre el asombro y la alarma. Shirin Ebadi, Nobel de la Paz iraní, acusó al régimen de usar a menores como símbolos bélicos. Organizaciones de derechos infantiles pidieron a UNICEF pronunciarse; la agencia evitó condenar el acto de forma directa, limitándose a recordar la necesidad de proteger a los niños de toda forma de violencia.
Dentro del Musallá, la mayoría de las asistentes defendió el ritual. “Mi hijo pertenece a Husáin y a la verdad”, dijo Fatemeh, 28 años, mientras acomodaba la cinta verde en la frente de su bebé. Para ellas, la ceremonia es un compromiso espiritual más que un gesto político.
En poco más de dos décadas, el evento pasó de 1 sede en 2003 a más de 9.000 en 2025, un crecimiento favorecido por canales satelitales y redes sociales que multiplican la narrativa del martirio. Actos paralelos prosperan en Londres, Toronto y Sídney, donde las comunidades chiíes reivindican su identidad frente a una opinión pública escéptica.
El contexto regional añade densidad al símbolo: tras la última escalada con Israel y la crisis en Gaza, la resignificación del sufrimiento infantil refuerza la retórica de resistencia que sostiene al gobierno iraní.
🇮🇷 | LO ÚLTIMO: En Teherán, cientos de mujeres alzaron a sus bebés para mostrar su disposición a ofrecerlos como "mártires", reporta CNN.
— Alerta Mundial (@AlertaMundoNews) June 29, 2025
"El martirio es un valor central en Irán", dijo el corresponsal Frederik Pleitgen.pic.twitter.com/AcwOnmoQXK
Para la dirigencia de Teherán, la Hosseini Infants Ceremony refuerza la narrativa de sacrificio colectivo y consolida la cohesión social. Aunque la raíz del evento es devocional, su dimensión política se ha vuelto innegable. El desafío para la comunidad internacional es equilibrar el respeto por la tradición religiosa con la defensa de los derechos infantiles, evitando que el dolor simbólico se convierta en herramienta de confrontación.