
El abrupto retiro de Laura Sarabia sacudió este jueves la ya frágil arquitectura institucional que rodea a Gustavo Petro. La canciller presentó una carta irrevocable en la que cuestiona el “nuevo rumbo” adoptado en el contrato multimillonario de pasaportes. Su dimisión priva al Ejecutivo de la funcionaria que había reconstruido puentes diplomáticos tras el escándalo de escuchas que la expulsó fugazmente en 2023. Todo ocurre a trece meses de las elecciones de 2026, en plena caída de popularidad del Pacto Histórico.
Sarabia defendía extender por unos meses el acuerdo con Thomas Greg & Sons para evitar desabastecimiento, mientras Petro apostaba por la Imprenta Nacional y la Casa de la Moneda de Portugal. El pulso expuso una brecha entre eficiencia administrativa y reivindicación ideológica del “Estado productor”. La “hormiguita” organizadora, como la llamó el presidente, prefirió apartarse antes que avalar una transición que considera técnicamente inviable. La renuncia exhibe, una vez más, la dificultad del gobierno para conciliar ambición política y capacidad operativa.
El expediente de los pasaportes arrastra polémica desde 2023, cuando Álvaro Leyva anuló la licitación y terminó inhabilitado una década. Desde entonces la fabricación quedó en prórrogas sucesivas y demandas millonarias, con el fantasma de millones de colombianos sin documento. Un informe interno advierte que la Imprenta necesitaría 35 semanas para certificar seguridad ICAO, superando el plazo oficial del 1 de septiembre. De confirmarse, el país afronta varios meses sin libretas justo cuando el turismo recupera niveles prepandemia.
Petro defiende el salto a Portugal como símbolo de soberanía y ahorro de costos, acusando a Thomas Greg de lobby agresivo. La empresa lusa promete transferencia tecnológica, pero auditorías internas tildan de “optimista” el cronograma presidencial. Sarabia temía que la improvisación reforzara la narrativa de caos administrativo que la oposición explota desde el caso UNGRD. El lunes, tras descartar toda prórroga, el mandatario dejó a la canciller sin margen y sentenció su salida.
El vacío en la Cancillería complica la agenda con Estados Unidos y la Unión Europea, que veían en Sarabia una aliada pragmática. Ella había desbloqueado cooperación climática, impulsado la COP-16 de Cali y acercado posiciones con Mercosur. Sin canciller, la delegación colombiana arriba debilitada y con menor peso para imponer la narrativa amazónica frente a Brasil y la UE. Diplomáticos temen que la iniciativa de transición energética quede en piloto automático hasta nuevo aviso.
En Washington, la renuncia se lee como señal de inestabilidad: expertos del Wilson Center alertan sobre posibles consecuencias para la certificación antidrogas. Sarabia gestionaba las reticencias republicanas ante la “paz total”, ahora huérfana de lobby high-level. De perder la certificación, Colombia arriesga ayudas militares y acuerdos migratorios clave para la crisis del Darién. El canciller que llegue deberá reconstruir la ruta en tiempo récord o asumir un enrarecimiento de la relación bilateral.
Puertas adentro, la dimisión alimenta la narrativa de improvisación: tres cancilleres en dieciocho meses y más de cincuenta ministros en total. Centro Democrático y Cambio Radical activaron debates de control político, señalando “amiguismo” en la adjudicación a Portugal. Voz crítica desde el oficialismo, la senadora María José Pizarro advirtió que “las formas también son fondo”. El episodio reaviva la pugna entre pragmáticos y militantes, y deja nuevamente al ministro Armando Benedetti como principal poder interno.
Para la ciudadanía, el impacto es tangible: sin pasaporte no hay viajes, visas ni becas. La Policía reporta 30 % más solicitudes de salvoconductos provisionales ante la incertidumbre. La oposición convocó marchas el 20 de julio bajo la consigna “Sin pasaporte no se viaja, sin canciller no se negocia”. Petro replicó en redes que “el Estado se defiende de la codicia”, un mensaje interpretado como dardo final contra su excolaboradora.
Renunció @laurisarabia la mujer más poderosa de este gobierno. Cómo la quieran ver, Pero la pelada ha hecho una carrera brillante. Lastima sus comunicaciones, no le dieron la talla. pic.twitter.com/x1opswjCXK
— Sergio Barbosa (@sergiobarbosach) July 3, 2025
Laura Sarabia era el dique entre la ambición transformadora de Petro y los límites de la gestión pública. Si la emisión de pasaportes fracasa o la diplomacia se estanca, el costo político será alto en vísperas electorales. La interinidad en la Cancillería podría tener efectos negativos en inversión extranjera si se prolonga. Nombrar un canciller técnico y pactar una transición gradual con Thomas Greg reduciría el daño, pero cada día de silencio erosiona la confianza.
La salida de la “hormiguita” organizadora evidencia la tensión central del proyecto Petro: legitimar el Estado mientras lo reforma. Una Cancillería vacante debilita la voz del país en la COP-16 y en la agenda antidrogas. La gobernabilidad del último tramo presidencial depende de convencer a la opinión de que el idealismo puede convivir con la eficacia. La próxima designación, por tanto, será el termómetro definitivo de la viabilidad del mandato.