05/07/2025 - Edición Nº879

Internacionales

Ecosistema digital

Startup Chile: el desafío de recuperar el liderazgo en innovación

05/07/2025 | A una década de su auge startup, Chile enfrenta estancamiento en inversión, talento y liderazgo regional en innovación.



Chile fue pionero en la región al crear en 2010 Startup Chile, la primera aceleradora pública de startups en el mundo. Esa iniciativa atrajo a cientos de emprendedores internacionales y sembró las bases para que emergieran los primeros "unicornios" chilenos, empresas tecnológicas valoradas en más de mil millones de dólares. Entre ellos destacaron Cornershop, NotCo y Betterfly, que posicionaron al país como un referente en materia de innovación y tecnología emergente.

Sin embargo, ese impulso inicial ha perdido fuerza. Hoy, Chile enfrenta un notorio freno en su ecosistema de startups, con menor dinamismo que en la década anterior y con resultados por debajo de otras economías latinoamericanas como Brasil o Colombia. Aunque conserva cierta infraestructura y reputación, la falta de nuevas empresas escalables, inversión local robusta y coordinación institucional debilitan el futuro de la innovación chilena.

El despegue y la pausa

El impacto de Startup Chile fue inmediato y profundo. No solo atrajo talento global, sino que generó una narrativa optimista sobre la capacidad del país de liderar en tecnología y emprendimiento. Santiago se convirtió en un hub de referencia, con una creciente red de incubadoras, mentores y fondos iniciales. Cornershop fue vendida a Uber en 2020, marcando un hito para el ecosistema.

Pero esa promesa no se consolidó en el largo plazo. La falta de políticas sostenidas, una economía nacional en ralentí y la ausencia de incentivos para etapas avanzadas han llevado a un enfriamiento progresivo. Hoy, Startup Chile mantiene operación, pero ya no ocupa el lugar protagónico que tuvo ni ha logrado reimpulsar una nueva generación de unicornios.

Indicadores que preocupan

Según el último Startup Ecosystem Report 2025 de Startup Blink, Chile ocupa el puesto 37 a nivel global, lejos del top 20 que alcanzó en sus mejores años. En América Latina, ha sido superado por Brasil, México y Colombia. Santiago, que solía figurar entre las primeras 50 ciudades para startups, ha caído al puesto 75; Valparaíso y Concepción también han perdido posición.

Aunque el país cuenta con buena infraestructura legal y conectividad, la calidad y volumen de las startups no ha crecido al ritmo esperado. La inversión se concentra en fases iniciales y falta apoyo en rondas posteriores. Esto desalienta tanto a emprendedores como a capitales de riesgo internacionales, que buscan ecosistemas con tracción más sostenida.

Brecha territorial y acceso desigual

El centralismo también ha pasado factura. Mientras Santiago concentra casi toda la actividad emprendedora y de inversión, las regiones presentan ecosistemas frágiles y desconectados. Valparaíso y Concepción, con potencial académico y técnico, no han logrado retener ni atraer talento ni capital. La baja densidad poblacional y la escasez de redes de inversión local agravan el rezago.

Esto perpetúa una geografía desigual de la innovación, donde solo unos pocos pueden acceder a recursos, redes y financiamiento. Sin una estrategia de descentralización efectiva y apoyo continuo, Chile corre el riesgo de convertir su ecosistema en un fenómeno capitalino y efímero.

Competencia regional más agresiva

Brasil y Colombia han replicado y mejorado algunos aspectos del modelo chileno. El gigante sudamericano ha desarrollado un mercado interno de venture capital mucho más maduro, con unicornios como Nubank o QuintoAndar atrayendo inversión global. Colombia, por su parte, ha generado programas de aceleración articulados con bancos y fondos regionales.

Esto ha desplazado a Chile como referente en la región. Las nuevas startups latinoamericanas ya no miran a Santiago como su primera escala internacional. Sin actualizaciones normativas, mayor inversión privada y un enfoque de largo plazo, el país quedará relegado en la carrera global de innovación.

De cara al futuro

Chile necesita un nuevo impulso estratégico y estructural para recuperar protagonismo. La solidez de las primeras políticas debe actualizarse con medidas que incluyan no solo atracción de talento, sino también financiamiento en todas las etapas, incentivos a la adopción de tecnología local y un enfoque territorial inclusivo.

El letargo actual no es irreversible, pero exige voluntad política, coordinación público-privada y una narrativa que vuelva a apostar por la innovación como eje de desarrollo. De lo contrario, el "milagro startup" chileno será solo un recuerdo temprano de lo que pudo haber sido.

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