
La figura de Evo Morales, tres veces presidente de Bolivia, ha quedado definitivamente excluida de la contienda electoral de 2025. El plazo para la sustitución de candidaturas expiró este 3 de julio, y ni su partido “EVO Pueblo” ni alianzas alternativas lograron inscribirlo ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Con ello, se consolida la decisión previa del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), que había declarado en mayo que Morales no podía postularse de nuevo tras haber ejercido más de los dos mandatos permitidos por la Constitución.
Desde entonces, el exmandatario y su entorno desplegaron diversas estrategias para forzar su habilitación, desde apelaciones judiciales hasta protestas en las calles. Morales denunció una proscripción política orquestada por el "poder judicial sometido", y convocó a una "batalla legal" que no encontró eco en las instituciones. Sus bases cocaleras mantuvieron bloqueos esporádicos, pero no lograron revertir una decisión que ya tenía sustento legal firme y respaldo constitucional.
El TCP había sentenciado que la reelección indefinida no constituye un derecho humano, contradiciendo un fallo anterior de la Corte Interamericana que Morales había usado en 2017 para volver a postularse. En mayo de este año, la decisión fue unánime: el líder cocalero estaba inhabilitado por haber excedido el límite constitucional de dos periodos presidenciales. Esta jurisprudencia dejó sin margen legal cualquier intento de reingreso a la vida electoral.
Además de la restricción constitucional, Morales enfrenta procesos judiciales por presunta trata de personas y relaciones con una menor, que también empañan su regreso a la escena política. Aunque sus seguidores lo consideran un perseguido, el contexto jurídico y político lo sitúa fuera de juego. Sin el respaldo del aparato estatal y sin un partido con personeria jurídica vigente, su candidatura era técnicamente inviable.
Con Morales fuera, el Movimiento al Socialismo (MAS) se reconfigura. El presidente Luis Arce renunció a una eventual reelección y se decantó por apoyar a Andrónico Rodríguez, joven senador y presidente de la Cámara Alta. Rodríguez emerge como la figura de consenso dentro de un MAS fracturado, pero que intenta evitar una debacle electoral ante una oposición que, aunque dispersa, podría capitalizar la salida de Morales.
El binomio Andrónico Rodríguez - Leonida Zurita intenta consolidar un proyecto que combine la herencia del evismo con una renovación generacional. Ambos fueron inscritos oficialmente como candidatos a la presidencia y vicepresidencia, respectivamente. A diferencia de Morales, su presencia en la papeleta no ha sido impugnada, y cuentan con el respaldo tanto del presidente Arce como de varias organizaciones sociales que buscan unidad.
Pese al revés legal, Morales no abandonará el escenario. Su estrategia parece girar ahora hacia el uso de movilizaciones y la presión callejera como forma de incidir en el proceso electoral. Aunque ha perdido peso institucional, conserva un capital simbólico importante en sectores rurales, especialmente en el Chapare. La pregunta es si ese poder se traducirá en votos para otros candidatos o se diluirá.
También hay incertidumbre sobre si el evismo presentará una candidatura paralela por fuera del MAS, aunque sin estructura partidaria reconocida las posibilidades son mínimas. La división interna del movimiento podría traducirse en una pérdida considerable de escaños y en la debilitación de su influencia en el Congreso.
O ex-presidente da Bolívia Evo Morales está oficialmente fora da disputa presidencial do país. Saiba mais com @arielpalacios .
— GloboNews (@GloboNews) July 5, 2025
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La salida definitiva de Evo Morales marca un giro en la política boliviana. Tras casi dos décadas de protagonismo, su exclusión por vías institucionales refleja una transición hacia nuevas figuras dentro de la izquierda. La elección de Andrónico Rodríguez como sucesor simbólico representa una apuesta por preservar el legado del MAS, pero con otro estilo de liderazgo.
Sin embargo, el impacto real del alejamiento de Morales dependerá de si logra o no canalizar su base social hacia un proyecto común. Si el MAS logra mantenerse unido bajo un nuevo liderazgo, podrá seguir siendo una fuerza decisiva. De lo contrario, podría abrirse una nueva etapa de fragmentación en la política boliviana.