
En un momento de transición política y con la economía bajo presión, el Gobierno de México ha decidido actuar con urgencia para evitar un colapso financiero de Petróleos Mexicanos (Pemex). La petrolera estatal arrastra una deuda que la convierte en la más comprometida del mundo en su rubro, y las alertas se han encendido no solo en el mercado interno sino también en la comunidad financiera internacional.
La suma es monumental: más de 101.000 millones de dólares en deuda financiera y otros casi 20.000 millones de dólares en pagos pendientes a proveedores. La situación amenaza con afectar no solo a Pemex, sino al presupuesto nacional y a la promesa de estabilidad que Claudia Sheinbaum busca ofrecer al inicio de su mandato.
Durante 2025, Pemex debe enfrentar pagos por 6.400 millones de dólares en el corto plazo, y hasta el fin del sexenio, los vencimientos alcanzan los 47.100 millones de dólares. Este escenario de urgencia se agrava con un calendario apretado para 2026, cuando se estima que vencen otros 18.700 millones. La situación compromete el flujo de caja y las operaciones esenciales de la compañía.
A la par, las deudas con proveedores han escalado a niveles alarmantes: más de 19.900 millones de dólares sin pagar. Esto ya genera consecuencias: empresas contratistas en estados como Campeche y Veracruz han advertido que podrían suspender operaciones, poniendo en riesgo miles de empleos y servicios vitales en la cadena petrolera.
La respuesta del Gobierno ha sido pragmática. La Secretaría de Hacienda está en conversaciones con organismos internacionales como el Banco Mundial y el Deutsche Bank para articular esquemas de factoraje financiero que permitan pagar a proveedores con garantías estatales. Estos mecanismos buscan reducir el impacto fiscal directo y evitar nuevas emisiones de deuda por parte de Pemex.
Además, se analiza la posibilidad de que el Estado absorba parte de la deuda directamente, medida que representaría un cambio en la estrategia adoptada durante el sexenio de López Obrador, que apostó por subsidios y transferencias. Solo en lo que va del año, Pemex ya ha recibido alrededor de 7.200 millones de dólares en apoyos federales, sin resultados sostenibles a la vista.
La administración entrante, liderada por Claudia Sheinbaum, plantea una transformación profunda de Pemex de cara al 2040. Esto incluye reducir el número de filiales, ajustar la plantilla laboral y promover una reforma fiscal que sustituya impuestos sectoriales por un impuesto único, simplificando el esquema tributario de la compañía.
Este plan a largo plazo busca no solo ordenar las finanzas, sino también mejorar la eficiencia operativa y restaurar la confianza de los mercados. Sin embargo, la credibilidad de esta ruta dependerá de la ejecución de las primeras etapas del rescate, que deben mostrar resultados tangibles en corto plazo.
Los números recientes ilustran el deterioro: solo en el primer trimestre de 2025, Pemex reportó pérdidas por 2.100 millones de dólares, en línea con las registradas a fines de 2024, cuando acumuló una pérdida neta de más de 620.000 millones de pesos. La producción también ha sufrido una caída constante, con una disminución del 10% solo en el último trimestre de 2024.
Esta situación pone en duda la viabilidad de mantener el modelo actual sin inversiones externas o asociaciones estratégicas. La presión sobre Sheinbaum aumenta, dado que las agencias calificadoras podrían degradar la deuda mexicana si el pasivo de Pemex se incorpora formalmente a las finanzas públicas.
En los últimos cuatro años, Pemex ha recibido más de 42.700 millones de dólares en apoyo directo del Gobierno federal, sin que esto haya permitido revertir su situación estructural. Esta dependencia crónica de fondos públicos ha debilitado la capacidad de la compañía para operar con autonomía y eficiencia.
El reto actual es doble: garantizar liquidez en el corto plazo sin sacrificar la estabilidad macroeconómica del país, y al mismo tiempo, rediseñar una estrategia empresarial que permita a Pemex recuperar rentabilidad. Un equilibrio difícil de lograr, especialmente en un contexto global donde la transición energética también presiona a las petroleras tradicionales.
La socialista Claudia Sheinbaum asegura que Pemex produce DOSCIENTOS MILLONES DE BARRILES DIARIOS.
— Emmanuel Rincón (@EmmaRincon) July 8, 2025
Con esos números Sheinbaum podría comprar EEUU el día de mañana. pic.twitter.com/KeZO1wd8dm
El rescate de Pemex será una de las primeras pruebas de fuego para Claudia Sheinbaum. La envergadura de la deuda, combinada con la presión de los vencimientos inmediatos y la debilidad operativa, exigen respuestas urgentes pero también sostenidas en el tiempo. La clave estará en combinar asistencia financiera con reformas estructurales que eviten repetir los errores del pasado.
Si el Gobierno logra consolidar una estrategia eficaz, Pemex podría reconvertirse en una empresa viable. Pero si las soluciones vuelven a limitarse a subsidios sin transformación interna, el riesgo es que la petrolera termine arrastrando al Estado con ella.