
El diputado francés Olivier Marleix, presidente del bloque parlamentario del partido conservador Les Républicains, fue encontrado sin vida en su domicilio de Anet, al oeste de París. Tenía 54 años. La fiscalía local informó que la causa de la muerte fue suicidio por ahorcamiento, aunque el contexto político que rodea el caso desató una oleada de especulaciones.
Marleix era una figura de peso en la política francesa. Expresidente de la comisión de leyes de la Asamblea Nacional, exsecretario de Estado en el gobierno de Nicolas Sarkozy y alcalde de su ciudad natal, había construido una carrera marcada por el discurso republicano clásico. Pero en los últimos años se volvió protagonista por su denuncia pública de los vínculos entre el gobierno de Emmanuel Macron y el fondo de inversión BlackRock, al que acusaba de influir en la polémica reforma del sistema de pensiones.
En 2019, durante el debate sobre esa reforma, Marleix pidió la apertura de una investigación parlamentaria para determinar si la gigantesca firma estadounidense estaba interviniendo de forma indebida en las decisiones del Estado francés. La acusación apuntaba, particularmente, a la cercanía entre ejecutivos de BlackRock y altos funcionarios del Ministerio de Finanzas, algunos de los cuales habían trabajado anteriormente para la firma.
“El gobierno no puede legislar con una mano y recibir consejos interesados con la otra”, declaró Marleix entonces en una sesión de la Asamblea Nacional. Aquella denuncia lo colocó en el centro de la controversia, pero también lo aisló parcialmente dentro de su propio partido, que oscilaba entre la oposición frontal y la colaboración táctica con el macronismo.
La noticia de su muerte fue confirmada el lunes por la mañana por el presidente de la Asamblea, quien ordenó un minuto de silencio en su honor. Emmanuel Macron se expresó en redes sociales, calificando a Marleix como “un hombre de convicciones, respetuoso del debate republicano”, y enviando sus condolencias a la familia.
Sin embargo, en redes sociales y círculos alternativos de información, rápidamente surgieron sospechas y teorías conspirativas. Algunas publicaciones insinuaron que su muerte podría estar vinculada a sus denuncias contra BlackRock y el Ejecutivo, pese a que no existe hasta el momento ninguna evidencia que respalde esa hipótesis.
El fiscal de Dreux aseguró que no hay indicios de intervención de terceros y que se trató de un acto deliberado por parte del diputado. Aún así, ordenó una autopsia de rutina. Marleix no había hecho declaraciones recientes sobre temas conflictivos, y su entorno cercano no reportó señales claras de alarma.
Su muerte impacta a una derecha francesa que atraviesa una crisis de liderazgo y que, en plena recomposición frente al avance de la extrema derecha, pierde una de sus figuras más experimentadas.
Comment un homme comme Olivier Marleix qui allait publier en octobre un livre fondamental sur la dissolution de la France a t-il pu se suicider ? Oui il est des douleurs qui nous échappent mais je demande avec gravité une enquête irréprochable sur les circonstances de sa… pic.twitter.com/1O6m2c7zwn
— N. Dupont-Aignan (@dupontaignan) July 8, 2025
La repentina muerte de Olivier Marleix, aunque oficialmente considerada un suicidio, abre una grieta en el debate público francés, donde la desconfianza hacia el poder financiero se mezcla con una creciente sensación de opacidad institucional. Más allá de teorías no comprobadas, su caso pone de relieve una preocupación latente: la influencia de grandes actores económicos como BlackRock en decisiones estatales sensibles, como la reforma previsional.
Marleix encarnaba una oposición clásica que buscaba articular críticas desde dentro del sistema republicano. Su ausencia deja un vacío difícil de llenar en un momento de polarización aguda, donde las voces intermedias parecen desvanecerse entre los extremos.