16/07/2025 - Edición Nº890

Internacionales

Gas estratégico

Abiy Ahmed y el nuevo plan energético de Etiopía: detalles y objetivos

11/07/2025 | El gobierno de Abiy Ahmed confirmó que comenzará a producir y exportar gas natural desde la región de Ogaden, con impacto clave en su economía.



Etiopía dará en septiembre un paso crucial hacia la transformación de su matriz energética y productiva: comenzará por primera vez a exportar gas natural. La producción se originará en los campos de Calub y Hilala, ubicados en la región somalí de Ogaden, y marca un punto de inflexión tras años de proyectos postergados y promesas incumplidas.

La decisión fue anunciada por el primer ministro Abiy Ahmed durante una sesión parlamentaria, en la que remarcó el doble objetivo del plan: satisfacer la demanda interna —con énfasis en fertilizantes y generación eléctrica— y canalizar parte de la producción al mercado internacional, con el fin de captar divisas y aliviar la crónica escasez de moneda extranjera del país.

Reservas significativas, explotación limitada

El subsuelo de Ogaden alberga entre 2,6 y 4 billones de pies cúbicos de gas natural, un recurso que Etiopía no ha logrado aprovechar plenamente. Durante la última década, diferentes iniciativas fueron lanzadas en colaboración con la empresa china Poly-GCL, con el objetivo de construir un gasoducto de más de 700 kilómetros hacia Djibouti para exportación de gas licuado. Sin embargo, esas ambiciones fueron frenadas por la falta de financiación, inseguridad y obstáculos logísticos.

El nuevo plan del gobierno etíope abandona parcialmente esa ruta y pone énfasis en la producción nacional. Según fuentes oficiales, ya se están realizando pruebas técnicas y obras de adecuación en las plantas de procesamiento de gas, con miras a una extracción inicial moderada pero escalable. “Queremos movernos de ser un mero poseedor de recursos a un verdadero productor activo”, declaró Abiy ante el Parlamento.

Cambio estratégico: del mercado externo al interno

Aunque la exportación sigue siendo parte del horizonte, el Ejecutivo decidió enfocar la primera fase en el uso doméstico del gas. Parte de la producción será destinada a plantas de fertilizantes, en un intento por reducir la dependencia de insumos importados y reforzar la seguridad alimentaria. Otra fracción servirá para generar electricidad, aliviando la presión sobre las plantas hidroeléctricas afectadas por sequías recurrentes.

Este giro estratégico también responde a la necesidad urgente de reducir las importaciones de combustibles fósiles, que insumen más de US$4.000 millones anuales. El uso local del gas permitiría disminuir esa carga sobre la balanza comercial y mejorar la disponibilidad de divisas para otros sectores clave. Además, se perfila como una medida para estabilizar el precio de la energía en el mercado interno.

Riesgos persistentes y necesidad de inversión

Pese al optimismo oficial, persisten interrogantes sobre la capacidad técnica y financiera del Estado para escalar el proyecto. Expertos en energía advierten que, sin inversiones consistentes en infraestructura y logística, la producción podría quedar limitada a niveles simbólicos. El desarrollo de una red de distribución interna y la conexión con redes industriales serán determinantes en la viabilidad del plan.

Otro factor clave es la sostenibilidad política del proyecto. La región de Ogaden ha sido escenario de tensiones étnicas y conflictos armados intermitentes, lo que podría dificultar la continuidad de las operaciones si no se garantizan condiciones de seguridad y diálogo con las comunidades locales. El gobierno asegura que ya trabaja en un esquema de participación regional para contener posibles resistencias.

Impacto económico a mediano plazo

Si se cumple el cronograma, Etiopía podría consolidarse como un actor emergente en el mercado gasífero africano, al menos en términos regionales. En paralelo, el gas permitiría dinamizar sectores como la agroindustria y la generación eléctrica, que sufren cuellos de botella por falta de energía asequible y confiable. Los efectos más palpables podrían notarse en la productividad agrícola y en la reducción de apagones.

Las autoridades esperan que el proyecto refuerce la confianza de los inversores en la economía etíope, duramente golpeada por la inflación y los efectos prolongados del conflicto en Tigray. Con gas natural como activo, el país pretende enviar una señal de estabilidad y apertura, al tiempo que fortalece su soberanía energética.

Desarrollo estratégico 

La decisión del gobierno de Abiy Ahmed representa un movimiento pragmático: priorizar el uso interno del gas natural en lugar de seguir postergando exportaciones complejas. Esta táctica tiene altas probabilidades de éxito a corto plazo —alrededor del 70%— si se mantiene la inversión técnica y el compromiso político.

No obstante, el salto hacia una verdadera economía gasífera dependerá de factores aún inciertos: financiación externa, infraestructura operativa y gobernabilidad regional. Etiopía ha dado el primer paso, pero la carrera apenas comienza.