
En la década de los 90, Magic Kids, bajo la dirección de Jorge Contreras, se convirtió en un ícono de la programación infantil en Argentina. Llegó a liderar la audiencia frente a gigantes como Cartoon Network y Fox Kids.
En una era previa al streaming, cuando los televidentes dependían de la programación de los canales, el canal conquistó a los más chicos con series como Dragon Ball, que se volvió un fenómeno cultural. Sin embargo, una práctica frustraba a los fans: el constante reinicio de series, especialmente de Dragon Ball, que interrumpía la continuidad de la historia. Este misterio, que generó incontables debates entre los seguidores, tiene una explicación que combina limitaciones presupuestarias, problemas con distribuidoras y decisiones estratégicas, según reveló Contreras en una entrevista de 1998.
El motivo principal detrás del reinicio de Dragon Ball en Magic Kids radica en las restricciones impuestas por Toei Animation, la empresa japonesa dueña de los derechos. Toei exigía que los capítulos se emitieran de manera semanal, replicando el modelo de emisión japonés que extendió la serie a lo largo de tres años. Esta estrategia buscaba prolongar la vida útil del programa y maximizar su rentabilidad, pero chocaba con las expectativas de los fans argentinos, que querían avanzar rápidamente en la historia.
Magic Kids operaba con un equipo reducido de apenas ocho personas y un presupuesto limitado, lo que lo ponía en desventaja frente a canales internacionales con mayor respaldo financiero. A pesar de esto, el canal logró superar a competidores como Fox Kids, al punto de que la empresa matriz de este último culpaba a Magic Kids por su falta de éxito en Argentina.
Magic Kids enfrentaba problemas logísticos: las cintas llegaban tarde, desordenadas o incompletas, lo que complicaba mantener una programación fluida y continua. En la entrevista, Contreras explicó que las distribuidoras, incluidas las de series como Sailor Moon y Samurai Warriors, trataban al canal con desdén, enviando materiales de mala calidad o retrasando entregas. Esto afectaba directamente la emisión de Dragon Ball, ya que los capítulos no llegaban a tiempo, obligando al canal a repetir episodios para llenar la grilla.
El caso de Dragon Ball Z fue particularmente problemático. Contreras reveló su frustración al no poder estrenar la serie en diciembre de 1997, como planeaba, tras el final de Dragon Ball. Aunque Magic Kids había firmado un contrato por los primeros 60 capítulos, Toei no los envió a tiempo. “Yo hubiera querido poder pasar Dragon Ball Z en diciembre del 97 cuando terminó Dragon Ball, pero no nos dejaron”, confesó Contreras, añadiendo que esperaba los capítulos “casi con angustia” porque sabía que su ausencia dejaba un “agujero” en la programación.