12/07/2025 - Edición Nº886

Internacionales

Lengua inclusiva

Academia Colombiana: la inclusión histórica de Mary Grueso y Bárbara Muelas

12/07/2025 | Por primera vez en 154 años, una mujer afro y una indígena ingresan a la Academia, marcando un cambio histórico en la institución lingüística.



La Academia Colombiana de la Lengua vivió un momento sin precedentes: Mary Grueso Romero y Bárbara Muelas Hurtado fueron formalmente recibidas como nuevas miembros correspondientes. Con este hecho, se consagra una apertura histórica en una de las instituciones más tradicionales del país, que por primera vez incorpora a una mujer afrodescendiente y a una mujer indígena entre sus filas.

Ambas representan algo más que un símbolo: son portadoras de mundos lingüísticos y culturales que habían sido históricamente excluidos del canon oficial del idioma. Su incorporación no es solo un gesto de inclusión, sino una apuesta explícita por redefinir qué voces tienen lugar en la lengua escrita y académica de Colombia.

Mary Grueso: oralidad y poesía del Pacífico

Nacida en Guapi, Cauca, en 1947, Mary Grueso es una reconocida poeta, narradora oral y maestra. Su obra se ha centrado en rescatar la tradición oral del Pacífico colombiano, reivindicando la herencia africana en los modos de hablar, contar y sentir. Con más de medio siglo de labor, su trabajo ha sido fundamental para visibilizar una estética afro en la literatura infantil y juvenil.

Grueso ha logrado llevar a las aulas y bibliotecas relatos donde los protagonistas son niñas y niños negros, con lenguajes que desafían las normas rígidas del español estándar. Su ingreso a la Academia representa, por tanto, el reconocimiento de esa otra lengua —viva, popular, marginalizada— como parte legítima del idioma nacional.

Bárbara Muelas: lengua indígena como patrimonio vivo

Bárbara Muelas, indígena misak de Silvia, también en el Cauca, es lingüista, traductora y pedagoga. Ha sido una defensora incansable del namtrik, la lengua de su pueblo, a la que ha dedicado años de estudio y promoción. Entre sus hitos está la traducción del capítulo étnico de la Constitución de 1991 al namtrik, una pieza clave en la lucha por los derechos lingüísticos de los pueblos originarios.

Actualmente, lidera un proyecto de diccionario bilingüe español–namtrik, una herramienta pedagógica y política que busca preservar el idioma y permitir un diálogo más justo entre culturas. Su ingreso a la Academia implica una apertura institucional a las lenguas indígenas, que hasta ahora habían sido ignoradas dentro de la estructura oficial del lenguaje.

Una Academia que se descentraliza

Este doble nombramiento no es un hecho aislado: forma parte de un cambio más amplio dentro de la Academia Colombiana de la Lengua. Desde diciembre de 2024, la institución ha impulsado una reforma interna para descentralizar su representación y hacerla más plural, incorporando diez nuevas mujeres de diversas regiones del país.

Con ello, la entidad más antigua de las academias del idioma español en América Latina —fundada en 1871— busca sacudirse la imagen de elitismo que la ha acompañado durante décadas. La llegada de Grueso y Muelas materializa esa transformación, ofreciendo modelos concretos de lo que puede ser una lengua más democrática.

Reacciones frente al racismo lingüístico

Ambas nuevas académicas han sido claras en señalar que su entrada no debe entenderse como una excepción ni como una cuota simbólica. Para Grueso, este paso “abre una puerta que no debe volver a cerrarse”; para Muelas, implica el reconocimiento de que “hablar diferente no es hablar mal”, y que toda lengua o variante merece respeto.

Sus voces confrontan el racismo y el clasismo que históricamente han marcado las normas lingüísticas en Colombia, donde lo correcto muchas veces ha sido lo blanco, lo urbano y lo europeo. En este nuevo escenario, la Academia parece estar reconociendo que su legitimidad depende también de a quién decide escuchar.

Un giro histórico en la política de la lengua

El ingreso de Grueso y Muelas puede interpretarse como una señal de que la lengua oficial ya no será dictada exclusivamente desde los centros de poder, sino que comenzará a nutrirse desde las periferias. Lo que antes era relegado al ámbito de lo folclórico o lo exótico ahora encuentra validación institucional.

Sin embargo, este cambio aún es incipiente. Colombia cuenta con más de 60 lenguas indígenas, y muchas de ellas siguen sin representación ni políticas públicas efectivas para su preservación. La tarea que queda por delante es convertir esta apertura en una transformación sostenida y estructural.

Hito histórico 

La incorporación de Mary Grueso y Bárbara Muelas marca un punto de inflexión en la historia de la Academia Colombiana de la Lengua. Por primera vez, el reconocimiento se extiende a formas de expresión que habían sido sistemáticamente relegadas, lo cual supone no solo un gesto de justicia simbólica, sino una redefinición del campo cultural colombiano.

No obstante, la profundidad de este giro dependerá de lo que suceda a partir de ahora. ¿Será esta una inclusión real que transforme los cimientos de la institución, o quedará como una anécdota progresista en medio de una estructura rígida? Lo cierto es que el precedente ya está establecido.