
En medio del temblor político que sacudió al oficialismo tras la última sesión en el Senado, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, salió a respaldar a la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien quedó en el centro de la tormenta luego de que el presidente Javier Milei la acusara de “traidora” por permitir el avance de leyes que el Gobierno buscaba bloquear.
Francos reconoció que hay “desentendimientos entre el Presidente y la vice”, pero relativizó el conflicto al considerarlo una diferencia “de personalidades”.
En ese sentido, se refirió al rol de Villarruel como “una posición institucional muy compleja” y defendió que no podía frenar una sesión que ya había alcanzado quórum.
“Si ella no entraba, la presidencia la asumía otro senador”, justificó, marcando que su decisión de presidir brevemente la sesión fue un acto de responsabilidad institucional. Sin embargo, recordó que Villarruel se retiró cuando el bloque oficialista calificó la sesión de ilegítima.
La escena política se recalentó tras la votación en la que el Senado, con apoyo de sectores opositores y algunos exaliados del oficialismo, aprobó proyectos clave: una nueva moratoria previsional, una fórmula de actualización para jubilaciones y la declaración de emergencia para personas con discapacidad.
Desde el Ejecutivo, advirtieron que no sólo vetarán las leyes, sino que podrían judicializar la sesión al considerarla “ilegal” por haberse autoconvocado sin un temario definido.
Mientras tanto, el cruce entre dirigentes del oficialismo no cesa. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, acusó a Villarruel de “denigrar la institución” al avalar la sesión.
La vicepresidenta le respondió duramente, recordándole su pasado en organizaciones armadas y asegurando que nadie puede dudar de su postura firme contra el kirchnerismo.
En este contexto, Francos apuntó contra el kirchnerismo, al que acusó de “maniobrar para desestabilizar al Gobierno” mediante proyectos que ponen en jaque el equilibrio fiscal.
Afirmó que iniciativas como estas buscan “romper todo” y tienen un impacto negativo en la gestión: “Decirle a todo el mundo que sí queda bien en campaña, pero destruye al Gobierno”.
La ruptura en el Senado también dejó al descubierto el debilitamiento de las alianzas parlamentarias del oficialismo. Algunos gobernadores que antes acompañaban los proyectos del Ejecutivo enviaron a sus senadores a apoyar la sesión, evidenciando un nuevo mapa político más fragmentado e incierto para la Casa Rosada.
La crisis entre Milei y Villarruel, lejos de cerrarse, suma un nuevo capítulo en la interna libertaria, donde las tensiones entre convicciones ideológicas, urgencias fiscales y ambiciones personales amenazan con poner a prueba la estabilidad del gobierno.
FS