13/07/2025 - Edición Nº887

Internacionales

Represión cubana

El régimen cubano y su maquinaria de castigo: nuevas revelaciones

12/07/2025 | Golpes, aislamiento y privación del sueño: exdetenidos narran los castigos aplicados por el régimen cubano tras las manifestaciones de 2021.



Cuatro años después de las históricas protestas del 11 de julio de 2021, nuevos testimonios documentan una represión sistemática dentro de las prisiones cubanas. Personas arrestadas por manifestarse relatan un patrón de violencia física, aislamiento extremo y privaciones básicas ordenadas por las autoridades penitenciarias. La mayoría de estos relatos proviene de antiguos prisioneros políticos, quienes, pese a haber sido liberados, permanecen bajo estricta vigilancia en sus hogares.

Durante los meses posteriores a las protestas, el Estado desplegó una maquinaria de castigo que ha dejado secuelas físicas y psicológicas. Los manifestantes detenidos fueron sometidos a golpizas, interrogatorios sin descanso, y reclusión en celdas insalubres, según múltiples entrevistas recopiladas entre junio y julio de 2025. Estas prácticas continúan siendo denunciadas por organizaciones internacionales de derechos humanos.

Condiciones carcelarias degradantes

Entre los métodos de castigo más recurrentes se registran la reclusión en aislamiento total, la negación de visitas familiares y la vigilancia constante mediante cámaras. Existen denuncias de celdas sin luz, sin acceso a agua potable, y con hacinamiento crítico, que han facilitado la propagación de enfermedades como tuberculosis, dengue y sarna. El suministro de medicamentos fue limitado o nulo, incluso en los casos más graves.

Algunos entrevistados relataron el uso del método conocido como “la bicicleta”: una forma de tortura en la que el prisionero debe permanecer agachado, esposado, por varias horas sin moverse. Esta técnica, prohibida por normas internacionales, provocó lesiones musculares severas en varias víctimas. A ello se suman agresiones físicas como puñetazos en la cabeza, fracturas óseas y amenazas continuas de muerte.

Control posliberación

Una vez fuera de prisión, los excarcelados se enfrentan a un entorno de control permanente. Muchos deben presentarse semanalmente ante oficiales de seguridad, tienen prohibido salir de sus provincias y enfrentan restricciones laborales. Las autoridades, según los testimonios, amenazan con reincarcelar a quienes incumplan condiciones impuestas verbalmente y sin registro legal.

Varios de ellos han denunciado que viven una “prisión sin barrotes”. Las visitas son monitoreadas, las llamadas telefónicas interceptadas y cualquier contacto con periodistas puede activar represalias. Esta forma de control extrapenitenciario busca evitar nuevas expresiones de disidencia, reforzando un clima de miedo en el entorno social cercano a los manifestantes.

Caso emblemático: José Daniel Ferrer

Uno de los testimonios más duros corresponde a José Daniel Ferrer, líder de la opositora UNPACU. Ferrer fue arrestado tras las protestas y encarcelado en condiciones críticas durante más de un año y medio. Sufrió golpizas reiteradas, fractura de tabique nasal y aislamiento total. En diciembre de 2022 fue brutalmente atacado tras protestar contra el presidente Miguel Díaz-Canel desde su celda.

Aunque fue liberado en 2024 gracias a mediaciones diplomáticas del Vaticano y de Estados Unidos, continúa bajo vigilancia constante y ha sido impedido de reintegrarse a sus actividades políticas. Su caso se ha convertido en un símbolo del precio que muchos opositores pagan en Cuba por ejercer su libertad de expresión.

Tácticas de intimidación colectiva

No solo los detenidos fueron blanco de castigos. Familiares de los presos también fueron amenazados, presionados o privados de información sobre sus parientes. Algunos fueron expulsados de sus trabajos o vigilados por agentes estatales. El miedo se ha extendido en comunidades enteras, inhibiendo futuras movilizaciones.

Organismos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han advertido que estas prácticas configuran una estrategia de represión sistemática. No se trata de casos aislados, sino de un patrón extendido con conocimiento y autorización del Estado, especialmente del Ministerio del Interior y el aparato judicial subordinado.

Algún día habrá libertad 

La represión posterior al 11J no solo refleja la respuesta del Estado cubano ante un desafío masivo, sino que evidencia una política estructurada de silenciamiento forzado. La continuidad del hostigamiento, incluso tras la liberación, apunta a un modelo autoritario que extiende su control más allá de las cárceles.

De cara a un nuevo aniversario, el gobierno cubano no ha mostrado señales de apertura ni reconocimiento de los abusos cometidos. Mientras tanto, las víctimas siguen buscando justicia en el exilio, en la denuncia pública y en la reconstrucción de su dignidad rota por la violencia institucional.

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