16/07/2025 - Edición Nº890

Internacionales

Psicología política

Richard Nixon y Donald Trump: la conexión que transformó sus presidencias

12/07/2025 | Trump consolidó un estilo político impredecible y contradictorio, inspirado en Nixon, que le permitió imponerse sin dar explicaciones.



La llamada teoría del loco fue una estrategia ideada por Richard Nixon durante la Guerra Fría. Su objetivo: hacer creer a la Unión Soviética y a Vietnam del Norte que era capaz de cualquier cosa, incluso de usar armas nucleares. La clave estaba en simular que el presidente era irracional, impredecible y peligroso, de modo que sus adversarios prefirieran no provocarlo. Fue un experimento de psicología aplicada a la política internacional.

Este enfoque, si bien no logró grandes victorias diplomáticas en su momento, dejó una huella que se reactualizó décadas después. Donald Trump hizo de esta teoría su manual operativo, no sólo para lidiar con potencias extranjeras como Corea del Norte o China, sino también para construir su marca política a nivel interno.

El loco como recurso comunicacional

A diferencia de Nixon, Trump usó la imprevisibilidad como estrategia cotidiana. No fue solo una herramienta diplomática: fue una forma de gobernar y de comunicar. Con cada declaración contradictoria, con cada exabrupto deliberado, instalaba la sensación de que podía hacer cualquier cosa en cualquier momento. Lo impredecible se convirtió en su normalidad.

Usando la contradicción como sistema, cada afirmación desplazaba a la anterior. Esto obligaba a analistas, opositores y medios a interpretar sin cesar, atrapados en un bucle sin resolución. El caos era el mensaje. Y la extenuación del debate público era su efecto deseado: cuando todos están agotados, ya no importa si lo que se dice es coherente. Se instala igual.

Desgaste e impacto a largo plazo

Pero esta estrategia tiene costos. La teoría del loco puede funcionar tácticamente en el corto plazo, pero a largo plazo erosiona la confianza institucional y desgasta la relación con aliados y ciudadanos. Trump no necesitaba explicar, y al no hacerlo, socavó la premisa misma de la rendición de cuentas democrática.

El análisis no queda solo en la política. Muchas estrategias de comunicación comercial actuales parecen tomar nota del "loco estratégico". Marcas que bombardean con mensajes contradictorios, provocadores, virales, buscando visibilidad a cualquier precio. Pero el resultado se parece: todo lo que se gana en visibilidad, se pierde en confianza a largo plazo.

El poder y sus vías 

La teoría del loco no es una locura. Es una táctica de poder que utiliza la psicología, el caos y la saturación como armas para tomar el control del espacio público. Nixon la ensayó con la URSS y Vietnam; Trump la perfeccionó en todos los frentes: política exterior, medios, redes sociales.

Hoy, incluso el marketing parece replicarla. Marcas y empresas se suman a la lógica de la provocación constante, buscando impacto inmediato. Pero al final del juego, queda menos verdad, menos responsabilidad y menos instituciones fuertes.