16/07/2025 - Edición Nº890

Internacionales

Guerra Arancelaria

Arancel al cobre: la respuesta de Chile ante el anuncio de Estados Unidos

13/07/2025 | Washington activará un impuesto del 50 % al cobre el 1 de agosto. La Moneda busca opciones ante un golpe que sacude precios y alianzas.



El repentino anuncio de la Casa Blanca sacudió las mesas de operaciones de metales la noche del miércoles. A partir del 1 de agosto de 2025, Estados Unidos aplicará un arancel del 50 % a todas las importaciones de cobre, alegando razones de 'seguridad nacional'. Para Chile, primer productor mundial y dependiente del mineral para casi la mitad de sus exportaciones, la noticia se percibe como la mayor amenaza comercial en dos décadas. Operadores en Nueva York reaccionaron de inmediato con un salto de doble dígito en las cotizaciones, presagiando semanas de alta volatilidad.

El Gobierno de Gabriel Boric respondió con un tono mesurado. La ministra de Relaciones Exteriores, Ximena Fuentes, declaró que La Moneda 'no ha recibido aún comunicación oficial' y que se exigirá claridad sobre si la medida alcanza a cátodos refinados o solo al concentrado. Mientras tanto, Codelco convocó a una reunión extraordinaria de directorio y la Sociedad Nacional de Minería pidió evitar declaraciones incendiarias que puedan escalar el conflicto. La estrategia, explican en Palacio, es ganar tiempo hasta conocer los detalles legales de la orden ejecutiva que firmará Donald Trump.

Contexto del arancel

El arancel se basa en la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial, el mismo instrumento usado por Trump en 2018 para gravar acero y aluminio. El Departamento de Comercio concluyó en marzo que la dependencia de cobre extranjero 'compromete la base industrial de defensa' y recomendó incentivar la fundición nacional. Estados Unidos importa hoy unas 1,7 millones de toneladas al año, de las cuales el 35 % proviene de Chile; su capacidad doméstica de refinado apenas cubre un tercio de la demanda interna.

El equipo económico de la Casa Blanca sostiene que el nuevo impuesto no afectará la transición energética porque estimulará nuevas inversiones mineras en Arizona y Utah. Sin embargo, analistas privados advierten que la producción local tardaría al menos cinco años en escalar y que, en el intertanto, los fabricantes de vehículos eléctricos y cables enfrentarán mayores costos. La propia Asociación de Industrias Eléctricas de EE. UU. calculó un encarecimiento de 7 % en componentes críticos si el precio de referencia se mantiene por encima de cinco dólares la libra.

Reacción chilena y opciones

En Santiago, la Cancillería y el Ministerio de Minería constituyeron un comité de crisis con representantes de Hacienda, Codelco y empresas privadas. El primer objetivo es buscar una exención bilateral semejante a la que consiguió Canadá con el aluminio en 2019, ofreciendo garantías de suministro estable y trazabilidad ambiental. Paralelamente, se comenzó a preparar un eventual caso ante la Organización Mundial del Comercio, lo que implicaría coordinarse con otros países afectados como Perú y México.

El margen de maniobra, no obstante, es estrecho. Una demanda ante la OMC podría demorar más de dos años y la administración Biden —si llegara a ganar las elecciones de noviembre— podría mantener la tarifa para no verse débil frente al electorado industrial del Medio Oeste. Por eso, el sector privado presiona por diversificar mercados de corto plazo: las fundiciones chinas ya han ofrecido primas superiores a las de la Bolsa de Metales de Londres para asegurar cargamentos, y traders europeos evalúan reabrir rutas logísticas suspendidas durante la pandemia.

Efectos en el mercado global

En cuestión de horas, los futuros del cobre en el Comex subieron 13 %, marcando un récord histórico de 5,69 dólares la libra. La prima estadounidense respecto de la LME superó el 25 %, creando una oportunidad para arbitrajistas pero también un riesgo de burbuja si el consumo industrial se desacelera. Los inventarios en los puertos del Golfo, que alcanzan para cubrir tres meses de demanda, podrían contener la escalada, aunque firmas como Freeport-McMoRan advierten que el mercado sigue 'tenso y fragmentado'.

Para la economía estadounidense, el arancel equivale a un impuesto oculto sobre la manufactura. El cobre representa solo el 0,2 % del costo final de un automóvil, pero una subida sostenida puede trasladarse al precio de transformadores, condensadores y turbinas eólicas, encareciendo los planes de infraestructura verde. Desde la Cámara de Comercio de EE. UU. recuerdan que el país carece de un circuito completo de fundición y reciclaje, por lo que terminaría importando cobre semitratado a precios más altos, contradictorio con el objetivo de soberanía industrial.

Una situación compleja 

La probabilidad de que el arancel entre en vigor sin modificaciones el 1 de agosto es alta (70 %), dado el respaldo bipartidista a la reindustrialización estadounidense y la cercanía de la campaña electoral. En cambio, la posibilidad de una exención rápida para Chile es media (40 %), pues dependerá de la presión combinada de mineras estadounidenses y consumidores industriales que ya alertan sobre los sobrecostos.

Con todo, el verdadero impacto dependerá de la duración de la medida. Si se prolonga más de un año, estimamos un 60 % de probabilidad de que China consolide su posición como comprador de último recurso y Chile reconfigure su matriz de destinos, reduciendo la vulnerabilidad externa pero a costa de mayor concentración. El episodio confirma que la política comercial de EE. UU. seguirá usándose como instrumento de política interna, un desafío estructural para las economías exportadoras del Cono Sur.