14/07/2025 - Edición Nº888

Opinión


Interna al rojo

Milei vs. Villarruel: ¿ruptura interna y señal de desgaste político?

14/07/2025 | El Presidente reaccionó con dureza y la vicepresidenta respondió con reproches directos. ¿Se quiebra la conducción unipersonal de La Libertad Avanza?



La fractura entre Javier Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel sumó un nuevo capítulo. El detonante fue la aprobación en el Senado de aumentar jubilaciones y asignaciones a discapacitados, una votación respaldada por la oposición y ejecutada en ausencia de una convocatoria formal de Villarruel, lo que Milei calificó de “golpe institucional” y definió como “traición” por parte de quien fuera su compañera de fórmula.

La reacción del Presidente fue contundente y pública: compartió en su cuenta de X mensajes que llamaban a Villarrueltraidora”, “demagoga” y “bruta”. No se trató de un cruce de tono: fue un quiebre operativo. Ante esto, Villarruel retrucó desde Instagram con un reproche directo: “Un jubilado no puede esperar y una discapacitada menos: que ahorre en viajes y en la SIDE”, recordándole además a Milei su comportamiento distante, incapaz de saludarla en actos conjuntos.

El intercambio expone varios problemas estructurales del Gobierno: primero, una coordinación frágil entre el poder formal que ocupa Milei y el rol institucional que ejerce Villarruel en el Senado. Segundo, un liderazgo presidencial que sostiene el superávit fiscal como religión, pero no tolera divergencias. Y tercero, un estilo de gestión personalista, donde las críticas internas se responden con descalificación pública, no con deliberación política.

Que Milei asuma el tono de sus circulares de campaña también con su principal aliada es una muestra de su método: no tolera ni un ligero matiz. Pero esta vez las consecuencias pueden ser más que simbólicas. Villarruel es vicepresidenta electa, conductora institucional del Senado, y figura con llegada a sectores conservadores y nacionalistas. Si su distanciamiento se profundiza, puede llegar a activar redes y públicos que aún le responden, fragmentando el núcleo duro del oficialismo y reduciendo su capacidad de gestión legislativa.

Lo que está en curso es una versión de la política donde no se tolera divergencia ni negociación. El Senado interpretado como un “golpe”, no como un espacio de deliberación; la vicepresidencia como un foco de traición, no de contrapeso. La Libertad Avanza fue diseñado para una conducción vertical, casi monológica. Sin embargo, la política no es un escenario unipersonal. Y cuando las divergencias internas se vuelven públicas, cuando la conducción responde con ira, el riesgo es que el silencio institucional se rompa, la fragmentación se instale, y el relato de la “prosperidad liberal” se transforme en el cuento de su intransigencia.