17/07/2025 - Edición Nº891

Internacionales

Polarización chilena

La derecha chilena avanza firme: el rol de Matthei y Kast

17/07/2025 | Mientras la derecha se consolida y la izquierda busca nuevo impulso, el centro político chileno parece haberse esfumado del mapa electoral.



La política chilena entra en una fase decisiva con una pregunta incómoda: ¿existe aún un electorado moderado capaz de incidir en la elección presidencial de 2025? La pugna por La Moneda se ha transformado en un duelo de extremos, donde los matices parecen no tener espacio. Las campañas de los principales contendores evidencian esta lógica: apelan a identidades claras, soluciones tajantes y un rechazo implícito a las ambigüedades centristas que en décadas anteriores dominaron el escenario.

El ascenso de figuras como Evelyn Matthei por la derecha tradicional y José Antonio Kast por la derecha dura refuerza una tendencia: la fragmentación del centro. Ambas figuras destacan por su claridad programática y liderazgo probado. La izquierda, en cambio, parece aún sin una carta capaz de entusiasmar más allá de su núcleo duro. La ministra Jeannette Jara, como eventual candidata, intenta tender puentes hacia el electorado moderado, pero sin lograr despegar. La falta de un proyecto político genuinamente centrista, con relato propio y liderazgo creíble, deja un vacío que puede resultar decisivo en una elección que, hasta ahora, se define por sus polos.

Polarización sin contrapeso

En el último año, Chile ha profundizado una dinámica de polarización que debilita la posibilidad de reconstrucción del centro. Las encuestas muestran que los votantes tienden a alinearse más con propuestas claras y radicales, ante una desconfianza instalada hacia las posiciones moderadas, vistas como ambivalentes o desconectadas. Este fenómeno responde tanto al desgaste de los partidos tradicionales como a la irrupción de discursos confrontativos que canalizan malestares sociales acumulados.

Esta polarización no solo afecta la oferta política, sino también la disposición de los ciudadanos a reconocer matices. El votante pragmático, que en otro tiempo buscaba equilibrios, hoy parece relegado a la marginalidad. Los partidos de centro, como la Democracia Cristiana o Amarillos por Chile, enfrentan una crisis existencial, sin capacidad para imponer agenda ni construir coaliciones duraderas.

Matthei y Kast, dos derechas firmes

En la derecha, el panorama es más definido. Evelyn Matthei representa una línea liberal-conservadora que, aunque más institucional, no rehúye el lenguaje de firmeza frente a la delincuencia, la migración y la economía. Su estilo directo y experiencia de gestión la posicionan como figura competitiva y confiable dentro del oficialismo opositor. Su perfil técnico, pero cercano a la ciudadanía, le ha permitido mantenerse como una carta fuerte.

No obstante, su mayor rival no está a su izquierda, sino a su derecha: José Antonio Kast. Kast, líder del Partido Republicano, se consolida como un referente ideológico nítido. Su discurso sin ambigüedades le permite fidelizar una base leal y movilizada, especialmente en sectores rurales y conservadores. Aunque polariza, también da certezas y convoca con una agenda clara en temas de seguridad, orden y valores.

Entre ambos, conforman un bloque de derecha que, sin necesidad de acuerdo explícito, domina la conversación política nacional. Frente al desconcierto en la izquierda, la derecha chilena aparece organizada, articulada y con liderazgos consistentes.

La apuesta difícil de Jara

Desde el oficialismo, Jeannette Jara emerge como la figura más sólida de la izquierda institucional. Ministra de Trabajo del actual gobierno, su perfil es técnico pero con base sindical, lo que le da conexión con sectores populares sin perder legitimidad institucional. Sin embargo, no ha logrado instalar una narrativa potente ni posicionarse fuera del círculo gubernamental. Su reto es ampliar su base sin diluir su identidad: capturar el centro sin perder a la izquierda.

En un país donde el progresismo enfrenta desgaste, su opción depende de si logra articular una oferta que combine crecimiento económico con derechos sociales. El desafío de Jara no es solo vencer a Matthei o Kast, sino volver a darle sentido a un proyecto progresista de mayorías, algo que hasta ahora no parece alcanzar.

El centro que no encuentra rostro

La gran ausencia del tablero electoral es una figura creíble que encarne el centro. A diferencia de otros momentos de transición en Chile, hoy no hay un liderazgo que convoque desde la moderación, ni una narrativa potente que defienda los matices. El electorado moderado, si bien existe, permanece disperso, sin referencias claras ni instrumentos políticos efectivos.

Intentos como los de Amarillos por Chile o Demócratas no han logrado capitalizar ese espacio. Su mensaje suele parecer nostálgico, más enfocado en preservar una institucionalidad en crisis que en proponer soluciones audaces. Sin un rostro que entusiasme, el centro corre el riesgo de ser solo un recuerdo electoral, y su espacio podría ser absorbido definitivamente por una derecha en expansión.

Entre promesas y campaña 

Lo que ocurre en Chile no es solo una lucha de candidatos, sino una disputa por el significado de la representación democrática. La desaparición del centro deja a millones de ciudadanos sin canal de expresión efectiva, obligados a elegir entre polos con los que no se identifican completamente. Esta orfandad política puede traducirse en abstención o en votos volátiles, difíciles de fidelizar.

Pero mientras la izquierda busca aún recomponer su relato, la derecha avanza con paso firme y propuestas que responden al sentir mayoritario en temas clave. El dilema es profundo: o el sistema logra reconstruir un espacio moderado con vocación de mayoría, o Chile se adentra en un ciclo prolongado de polarización. Por ahora, la derecha ofrece certezas donde otros aún ensayan diagnósticos.