
En los últimos años, el salto tecnológico del agro ha sido notable y sin lugar a dudas se trata de una cadena de valor que se reinventa con tecnologías que facilitan la vida de los trabajadores, protegen el ambiente y acercan el campo a la ciudad.
Las postales del campo argentino rebosan de adelantos tecnológicos. Robots que ordeñan y monitorean el estado de salud de las vacas, maquinarias que se manejan casi solas, tecnología precisa para cuidar de las plantas y riego innovador que cuida el agua, son sólo algunos ejemplos de las tecnologías disponibles para el trabajo diario en el agro.
“Las tecnologías que utilizamos en las ciudades, ya se aplican en el campo permitiendo una mayor conexión campo-ciudad, mayor eficiencia y cuidado del ambiente y facilidades para el trabajo diario”, señalaron desde la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA).
Según informes del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), en Argentina el 90% de las personas a partir de los 4 años usa internet. El campo argentino no es una excepción, ya en 2022, más del 70% de los productores argentinos tomaba decisiones sobre la base de datos que aportan nuevas tecnologías, cifras reveladas por una encuesta de la Universidad Austral.
El uso de nuevas herramientas tecnológicas y la generación de datos para la toma de decisiones, provoca tanto un mayor rendimiento como un mejor cuidado del ambiente. Una de estas técnicas que aplican tecnologías y datos es la “agricultura de precisión”.
De acuerdo a estudios de INTA Manfredi, esta tecnología reduce en más del 40% el uso de herbicidas, con una eficiencia de hasta un 25% superior a la de métodos tradicionales.
En el caso de los sistemas de riego de precisión, los sensores y plataformas permiten aplicar la cantidad justa de agua y nutrientes, en el momento y lugar adecuados, según cómo lo necesita cada planta y en tiempo real.
“En regiones como Córdoba, el acceso al riego puede marcar la diferencia entre producir o no cultivos como el trigo” agregó Antonella Semadeni, economista de FADA.
En los “tambos robotizados”, las máquinas extraen la leche y siguen de cerca la higiene y la salud de las vacas. En las granjas de cerdos, las ecografías vigilan la salud de la mamá y el bebé. Algunas ya cuentan con comederos inteligentes, con un chip que va ordenando cuánto alimento necesita cada cerdo.
En el caso de la maquinaria agrícola, las cosechadoras modernas, con sensores y GPS, recopilan información sobre la cantidad de cosecha, humedad del grano y rendimiento del campo, lo que permite decisiones inmediatas, reduce pérdidas y va guiando el recorrido sin necesidad que el conductor lo haga.
Los drones también irrumpieron en la producción agropecuaria. Entre otras prestaciones, capturan imágenes que identifican malezas o signos de enfermedades, también se usan para contar las vacas y estimar el tamaño de una plantación.