
El Patriarcado Latino de Jerusalén calificó el ataque como "humana y moralmente injustificado", denunciando la agresión a un lugar sagrado que había sido declarado refugio. La declaración oficial exigió respeto por la vida civil y condenó la violencia sin distinción de bando.
El Vaticano reaccionó con firmeza: el Papa León XIV, a través del cardenal Parolin, expresó "profunda tristeza" y renovó su llamado a un alto el fuego inmediato. La Santa Sede calificó el hecho como "un acto de barbarie que atenta contra los principios más elementales del derecho humanitario".
El Papa León XIV mantuvo una comunicación directa con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, según confirmó el propio Vaticano. En la llamada, el pontífice reclamó el fin inmediato de las hostilidades y reiteró su preocupación por los ataques a civiles y lugares sagrados.
Fuentes oficiales indicaron que el Papa fue categórico al expresar que "no puede haber justificación moral ni política para atacar un templo religioso". Además, instó a garantizar corredores humanitarios seguros y permitir la asistencia internacional.
Un proyectil —un tanque israelí, según fuentes eclesiales— impactó el 17 de julio contra la Iglesia de la Sagrada Familia, el único templo católico en Gaza. En el momento del ataque, decenas de personas se refugiaban en su interior. El impacto causó la muerte de tres civiles e hirió a varios más.
Entre los heridos se encuentra el sacerdote argentino Gabriel Romanelli, quien reside en Gaza desde hace varios años. Sus lesiones fueron leves, pero su imagen herido recorrió el mundo y se convirtió en símbolo de la vulnerabilidad de las minorías religiosas en zonas de conflicto.
La Iglesia de la Sagrada Familia había cobijado a unos 500 civiles desplazados, entre ellos niños, adultos mayores y personas de distintas confesiones. Durante semanas fue uno de los pocos espacios de asistencia y esperanza para quienes huían de los bombardeos.
El padre Romanelli, herido durante el ataque, mantenía contacto directo con el difunto Papa Francisco. Su figura representa el esfuerzo silencioso de la Iglesia por sostener la paz en medio del horror. La agresión al templo no solo fue un golpe físico: fue un mensaje a la fe bajo asedio.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) reconocieron que el proyectil fue resultado de una operación militar en la zona y afirmaron que se trató de una "munición desviada". El gobierno israelí anunció una investigación interna para esclarecer los hechos.
No obstante, el Vaticano ha reiterado que la protección de los lugares sagrados debe ser absoluta, y no sujeta a interpretaciones operativas. La comunicación entre el Papa y Netanyahu revela un nivel de tensión diplomática inédito entre la Santa Sede e Israel.
Estoy profundamente entristecido por las víctimas y los heridos causados por el ataque militar a la parroquia de la Sagrada Familia en #Gaza. Aseguro mi cercanía espiritual a toda la comunidad parroquial. Encomiendo las almas de los difuntos a la misericordia de Dios, y rezo por…
— Papa León XIV (@Pontifex_es) July 17, 2025
El ataque a la Iglesia de la Sagrada Familia marcó un punto de quiebre en el conflicto. La contundente reacción del Papa León XIV, sumada a la comunicación directa con Netanyahu, ubica al Vaticano como actor central en el reclamo global por la paz.
En un escenario donde el fuego y la destrucción han arrasado incluso los símbolos de esperanza, la voz del pontífice irrumpe como uno de los pocos llamados morales con peso político real. Su mensaje fue claro: la fe y la vida humana no pueden ser bajas colaterales.