21/07/2025 - Edición Nº895

Política

Opinión

Hasta por las migajas: el peronismo no cambia la forma de hacer política que lo destruyó

21/07/2025 | En medio de internas y sin señales de renovación, el peronismo bonaerense cerró sus listas apelando a la rosca tradicional, acuerdos de último momento y sin propuestas que reconecten con una sociedad cada vez más distante.



 

Cuando las luces del cierre de listas ya deberían haber comenzado a brillar en la provincia de Buenos Aires, lo que se vio fue un espectáculo de crisis interna, pedidos de prórroga, peleas y pases de factura a la luz pública. En lugar de ofrecer una señal de renovación o cohesión, el peronismo vuelve a mostrar que sigue anclado en su manual de supervivencia partidaria: un combo de rosca, presión y acuerdos subterráneos que lo alejan del electorado.

De movida: oficializar listas entre panfletos de mutuo reproche no es una señal de fortaleza sino un síntoma de fragilidad. La necesidad de prórroga -motivada en cortes de luz o límites burocráticos- no fue casual: fue el propio consenso el que se cayó antes que las pantallas. Y ese consenso solo se recompuso porque nadie quiso correr el riesgo de perder todo. Propuestas programáticas, identidad política, vínculo con la gente: ausentes. Ni opciones ni debates, sólo supervivencia.

Lo más grave aquí no es que el oficialismo haya negociado espacios en la Primera y Tercera Sección -Katopodis y Magario quedan en la punta-, ni que se haya evitado una fractura. Lo grave es que esta política de las migajas se haya convertido en el modo normal de hacer política peronista: las candidaturas testimoniales se volvieron moneda de cambio, los intendentes entraron rasguñando por puestos y, en lugar de pasión y arrojo, primó una noche de presiones discretas y epítetos.

¿Quién gana con esto? ¿Qué ganan con esto?. Las listas pueden cerrarse con más o menos caras contentas, pero se pierde presencia pública, capacidad de enmarcar un proyecto de gobierno y credibilidad. Si se define todo en pasillos y en la madrugada, de la política solo queda un reducto de cúpula. Mientras tanto, la gente no cree en la política; cada vez vota menos y mira con hastío este teatro cotidiano.

La pregunta es obvia: ¿hasta cuándo seguirá funcionando esta versión burocratizada, lenta y migajera del peronismo? ¿Cuántas veces podrá sobrevivir gracias a acuerdos tardíos y escenificaciones organizadas desde lo profundo del aparato? Porque la política no se renueva con fotos de última hora ni con despliegues de aparatos que justifican su existencia en sí mismos.

Lo que se puso en escena fue -una vez más- el peronismo haciendo lo que hizo que el país esté en manos de Milei: priorizar internas, migajas para intentar retener poder en pequeños espacios de poder a cualquier costo, bajo el canto realpolitiker de que es a partir de esa acumulación de poder que es posible transformar la realidad. Y mientras lo pretenden disfrazar con acuerdos sellados “en unidad”, la realidad ya está cantada: sin una transformación profunda, esos mismos métodos lo seguirán destruyendo. Y el electorado ya les perdió la confianza.