25/07/2025 - Edición Nº899

Internacionales

Cumbre ideológica

Cumbre ultraizquierdista en Santiago: Boric y líderes progresistas bajo críticas por sesgo

22/07/2025 | La reunión en Santiago, protagonizada por líderes izquierdistas, fue acusada de sesgo ideológico y exclusión de miradas disidentes.



Este 21 de julio, Santiago fue escenario de la autodenominada Cumbre Internacional por la Democracia “Siempre”, promovida por el presidente Gabriel Boric. Lejos de ser un espacio plural, el evento reunió a figuras exclusivamente del ala progresista iberoamericana, como Lula da Silva, Gustavo Petro y Pedro Sánchez, generando fuertes críticas por su sesgo político e ideológico.

La ceremonia de apertura en La Moneda mostró la afinidad ideológica entre los mandatarios, quienes aprovecharon la instancia para reforzar su narrativa sobre las amenazas a la democracia, ignorando en gran medida las críticas internas a sus propias gestiones. La puesta en escena, cuidadosamente diseñada, priorizó el simbolismo por sobre los consensos amplios.

Una cumbre sin disensos reales

La convocatoria fue ampliamente cuestionada por excluir voces conservadoras o independientes, reforzando la idea de una reunión más cercana a un acto político que a una verdadera instancia democrática. Desde sectores opositores se señaló que el Gobierno usó recursos públicos para impulsar una agenda ideológica, disfrazada de defensa de la democracia.

La ministra Camila Vallejo intentó desmentir esa percepción, pero sus declaraciones sobre “fortalecer herramientas democráticas” contrastaron con la ausencia de una pluralidad real en la convocatoria. El caso más polémico fue el del presidente Petro, quien incluso manifestó respaldo a una candidata oficialista chilena, lo que fue visto como una injerencia directa en la política interna.

Figuras intelectuales, pero una sola línea de pensamiento

Durante un almuerzo con académicos internacionales como Joseph Stiglitz o Susan Neiman, se discutieron temas relevantes como la desinformación y la concentración mediática. Sin embargo, los participantes pertenecen mayoritariamente a una misma corriente ideológica, lo que volvió a poner en duda la apertura del diálogo.

Las propuestas discutidas giraron en torno a reformas regulatorias y mayor control sobre plataformas digitales, una agenda que, sin contrapunto, plantea interrogantes sobre la libertad de expresión y la concentración del poder en el Estado.

Presencia civil sin diversidad

Más de 300 organizaciones civiles participaron del evento, muchas de ellas afines al progresismo local. Aunque se destacó el componente ciudadano, voces críticas denunciaron la exclusión sistemática de movimientos sociales de centro o derecha, así como de independientes.

El Ejecutivo defendió el perfil de la convocatoria como “transformadora”, pero esa defensa parece ignorar que la democracia se fortalece con el disenso, no con su omisión.

Una estrategia regional con objetivos políticos

La cumbre fue, en los hechos, una continuación de una agenda internacional progresista que Boric viene impulsando desde comienzos de 2025. En ese marco, el evento funcionó como un hito simbólico más que como una instancia resolutiva: no se firmaron declaraciones conjuntas ni se anunciaron acciones concretas.

Desde La Moneda explicaron que el objetivo era “fortalecer redes”, pero la falta de compromisos reales y la homogeneidad ideológica del encuentro refuerzan la impresión de que se trató de una puesta en escena para consumo político más que para incidencia regional efectiva.

El presidente de Chile recibe a Lula en la Cumbre. 

La izquierda se organiza 

Lejos de consolidar un espacio democrático, la Cumbre “Democracia Siempre” pareció reflejar una visión cerrada de la política regional, promovida desde La Moneda. Al priorizar afinidades ideológicas por sobre la diversidad, Boric refuerza una agenda que, aunque legítima en sus fines, peca de exclusivista en su forma.

Con una oposición cada vez más crítica y una ciudadanía polarizada, la estrategia de liderazgo regional basada en consensos ideológicos puede terminar aislando al Gobierno más de lo que lo proyecta. La democracia, para sobrevivir, necesita debate real. Y en Santiago, no todos fueron invitados.