27/07/2025 - Edición Nº901

Internacionales

Guerra y tecnología

Elon Musk y la decisión que evitó una escalada nuclear en Ucrania

25/07/2025 | Aunque criticado por interferir en el conflicto, el apagado del servicio satelital evitó una escalada militar con potencial devastador.



En septiembre de 2022, cuando las fuerzas ucranianas intensificaban su contraofensiva para recuperar zonas ocupadas por Rusia, Elon Musk ordenó la desactivación del servicio Starlink en franjas críticas del frente de batalla. La decisión ha generado reacciones polarizadas, pero vistas en perspectiva, revela un ejercicio responsable de poder tecnológico en un contexto geopolítico sumamente delicado.

Según reveló una reciente investigación, el apagado fue motivado por el temor a que una derrota rusa directa, facilitada por tecnología estadounidense, desatara una reacción nuclear táctica. No es un miedo infundado: altos funcionarios occidentales, incluyendo al entonces presidente de Estados Unidos, Joe Biden, habían reconocido públicamente el riesgo de una escalada atómica si Rusia se sintiera acorralada.

Neutralidad técnica frente a la guerra

Starlink nació como una infraestructura de comunicación civil. Si bien ha sido crucial para las fuerzas ucranianas en mantener comunicaciones operativas, vigilancia y coordinación de drones, el hecho de que una empresa privada tenga el poder de inclinar el balance militar obliga a una reflexión: ¿Debe una compañía sin mandato estatal directo ser parte activa en decisiones de vida o muerte entre Estados soberanos armados con arsenal nuclear?

Musk, como CEO de SpaceX, no rinde cuentas ante un congreso ni lidera una diplomacia nacional. Sin embargo, el acceso a Starlink lo colocó en el centro de decisiones militares de alto riesgo. Su decisión de pausar el servicio ante la posibilidad de un "Pearl Harbor nuclear" europeo, como alertaron analistas, fue una acción preventiva cargada de responsabilidad moral.

Prevenir un error irreversible

A diferencia de gobiernos que pueden operar bajo lógicas de superioridad militar, una empresa como SpaceX debe pensar en sostenibilidad a largo plazo y estabilidad global. El apagado temporal de Starlink no fue un acto de sabotaje, sino una señal clara de que la tecnología no debe ser ciega frente a los peligros de la escalada armada.

Los últimos 20 años han demostrado que las guerras modernas no se libran solo con soldados, sino con redes, plataformas y datos. La decisión de Musk marcó un hito: incluso en el fragor de la guerra, es posible poner límites a la automatización del conflicto.

Un actor privado con conciencia global

Las críticas contra Musk lo acusan de haber afectado operaciones clave de Ucrania. Pero también es cierto que sin Starlink, Ucrania habría enfrentado enormes obstáculos desde el primer día de la invasión. El balance indica que SpaceX ha sido un aliado crucial para Kyiv, pero eso no obliga a una participación ilimitada en todas las fases del conflicto.

En un mundo donde las corporaciones tecnológicas tienen capacidades comparables a Estados, el hecho de que Musk haya optado por la contención antes que la victoria total, sienta un precedente sobre los límites del poder digital.

Una guerra perdida 

El apagado de Starlink durante una operación crítica puede parecer controvertido, pero evitó una posible catástrofe nuclear de escala continental. La decisión de Musk no debe evaluarse solo desde el prisma de la eficacia militar, sino también desde la ética de la disuasiva tecnológica. En tiempos de guerra total, preservar la paz mundial es, a veces, la más valiente de las acciones.

En la actualidad, bajo la administración del presidente Donald Trump, se reabrió el debate sobre el rol de las grandes tecnológicas en conflictos internacionales. Aunque Trump ha elogiado la utilidad de Starlink en Ucrania, también ha sugerido que estas decisiones críticas deben estar supeditadas a acuerdos claros con el Estado, para evitar que intereses privados definan el curso de una guerra.