
Desde el corazón del acto agroindustrial más emblemático del país, Claudio Vidal salió a confrontar sin eufemismos al Gobierno nacional. En medio de la crisis del federalismo fiscal y con una provincia extensa y postergada como Santa Cruz, el gobernador usó su paso por La Rural para denunciar la falta de voluntad política de la gestión de Javier Milei. “Este gobierno no tiene ganas de trabajar en rutas”, disparó.
Lejos de los aplausos automáticos al ajuste, Vidal diferenció su discurso. Reivindicó el potencial productivo santacruceño y habló de “recuperar la cultura del trabajo”, una consigna que contrasta con el modelo de Estado mínimo y destrucción del empleo público que propugna La Libertad Avanza (LLA). “La Argentina es rica, pero falta que nos pongamos de acuerdo”, dijo, aludiendo a un país con recursos pero sin proyecto.
El mandatario provincial fue directo al hueso: “Tampoco podemos seguir dependiendo del Estado nacional”, advirtió, marcando distancia tanto del viejo centralismo K como del actual desfinanciamiento libertario. “Muchas provincias tienen recursos para explotar, generar valor agregado y empleo”, señaló, en una crítica a la falta de estrategia del Gobierno nacional para potenciar economías regionales.
Pero donde Vidal fue más punzante fue en el reclamo por la infraestructura vial, una de las víctimas principales del recorte salvaje en obra pública. “Los fondos estuvieron, pero las rutas no se hicieron”, recordó, en un tiro por elevación tanto al pasado kirchnerista como al presente libertario. El abandono de la Ruta Nacional N°3 simboliza el castigo al sur profundo.
En el cierre, trató de no dinamitar del todo los puentes con Casa Rosada. Dijo que hay “buen diálogo” y rescató al ministro del Interior, Guillermo Francos, por su rol pacificador. Pero el mensaje ya estaba claro: Vidal se planta como un actor con autonomía política, que no está dispuesto a aplaudir ni callar frente al desguace nacional.
Mientras Milei se dedica a agitar viejas batallas ideológicas y pelear con fantasmas del pasado, los gobernadores empiezan a hablar claro. Y el sur, que parecía lejos, también se hartó de esperar.