
En respuesta directa al nuevo avance privatizador de Javier Milei, el senador Eduardo “Wado” de Pedro presentó dos proyectos para blindar a AySA frente a cualquier intento de venta. La movida del oficialismo para rematar empresas estratégicas encendió las alarmas en la oposición, que empieza a articular frenos legales ante la motosierra indiscriminada del Ejecutivo.
Uno de los proyectos busca declarar a AySA como “empresa de interés público y estratégico”, prohibiendo su privatización, cesión o concesión, y exigiendo mayoría agravada del Congreso para cualquier modificación de su objeto o activos. La propuesta ya cuenta con el respaldo de once senadores del bloque UxP.
La reacción viene luego de los decretos 493 y 494/25, firmados por el Presidente, que habilitan la venta de AySA y otras empresas. Se trata de una maniobra por decreto para eludir el debate parlamentario, que revela la estrategia de La Libertad Avanza: vaciar el Estado para sostener su relato de ajuste, aún a costa de derechos esenciales como el acceso al agua potable.
“AySA no es sólo una empresa: es salud pública y desarrollo para millones de familias”, sostuvo De Pedro, en lo que también fue un mensaje político. Mientras el oficialismo repite el mantra de la eficiencia privada, omite que AySA, desde su reestatización, extendió el agua potable a más de 4,5 millones de personas y el saneamiento cloacal a 3,6 millones.
La ofensiva libertaria no distingue entre servicios esenciales y activos prescindibles. Con el respaldo de sectores del PRO y aliados circunstanciales, el Gobierno busca vender el patrimonio público para cubrir su fracaso fiscal. En ese marco, el agua aparece como otra mercancía más, ignorando que se trata de un derecho humano consagrado internacionalmente.
Para el peronismo, esta jugada representa algo más que una defensa sectorial. Es una oportunidad para contrastar dos modelos de país: uno que entrega lo esencial al mercado, y otro que concibe al Estado como garante de lo común. Con esta iniciativa, Wado de Pedro se posiciona en el centro de esa disputa. Y la pelea por AySA promete escalar.