
La Convención Constituyente de Santa Fe expuso una fractura que descoloca a los libertarios. El intento de La Libertad Avanza (LLA) por eliminar el Senado provincial y avanzar hacia una Legislatura unicameral como en Córdoba se debilitó después de que Amalia Granata, líder de Somos Vida, rompiera con la estrategia y fuera acusada de acercarse al peronismo.
El malestar en LLA creció cuando trascendió que Granata estaría negociando con Juan Monteverde, dirigente peronista que ya camina hacia la intendencia de Rosario para 2027. Sin los siete votos de Somos Vida, los diez constituyentes libertarios pierden toda chance de empujar la reforma estructural que Javier Milei quiere mostrar como símbolo de “cambio de época”.
Pero la bronca escaló cuando Granata pidió impugnar el diploma de Alejandra “Locomotora” Oliveras, exboxeadora electa como convencional, con el argumento de que no reside en la provincia. Lo que desató el repudio general fue que Oliveras sufrió un ACV al inicio de la Convención y lleva más de diez días internada en estado crítico. La movida de Granata fue leída como oportunismo brutal.
La propia Beatriz Brouwer, exaliada de Granata hoy en el bloque libertario, pidió “humanidad” y cuestionó en público la obsesión por impugnar a una mujer que “está peleando por su vida”. El reclamo unió a peronistas, radicales, PRO, socialistas e izquierda, que votaron masivamente contra la impugnación: 59 de los 69 constituyentes rechazaron el planteo de Granata, que quedó aislada.
Además del costo ético, la jugada tensionó internamente a Somos Vida, donde ya se habla de desgaste y de decisiones inconsultas. El dato es que Granata solo consiguió seis votos de su propio bloque, mientras Emiliano Peralta, también de su espacio, ni siquiera asistió. El ruido por la impugnación terminó socavando la propia base de poder que pretendía consolidar.
Sin los votos de Granata, el plan libertario de eliminar el Senado queda empantanado. El caso deja una lectura clara: la “nueva política” también choca con los personalismos, y si no construyen alianzas reales, las reformas estructurales quedan en Twitter, pero no en la Constitución.