
La disputa entre el oficialismo nacional y el kirchnerismo bonaerense escaló un peldaño más con el cruce directo entre Karina Milei y Mayra Mendoza. La intendenta de Quilmes respondió con una acusación frontal: la trató de “coimera” y sostuvo que el gobierno de La Libertad Avanza “desprecia” a los habitantes del Conurbano.
El detonante fue una frase de Karina Milei durante su paso por la provincia de Buenos Aires, donde planteó sin rodeos que el objetivo es “destruir el kirchnerismo” en ese territorio. En un escenario político donde el plan del oficialismo se construye a base de confrontación permanente, la hermana del presidente encontró una respuesta inmediata y filosa.
“A destruir a la provincia quieren venir”, retrucó Mendoza, que apuntó contra el ajuste y la desinversión deliberada del Ejecutivo nacional: “Por eso la desfinancian, no hacen obras, no mandan efectivos de seguridad y llevaron la desocupación en el Conurbano a casi el 10%”, sostuvo. En su lógica, el discurso de Milei no es sólo político, es una forma de justificar el abandono.
Pero la intendenta de La Cámpora fue más allá: acusó a Karina Milei de estar involucrada en una red de corrupción, vinculándola directamente con la causa conocida como la “estafa de Libra”, y adjuntó un artículo de Página/12 al respecto. “Fijate si en vez de seguir haciendo daño, te dedicás a responder por esto”, disparó.
La confrontación no es menor: mientras el gobierno nacional necesita sostener su base de apoyo en el interior y entre sectores medios movilizados por el discurso antipolítica, el kirchnerismo apuesta a retener el bastión del Conurbano, donde los efectos del ajuste pegan más duro. Lo que asoma es un año de campaña territorial encubierta, donde las redes sociales funcionan como primer round de cada batalla.
El cruce entre Mendoza y Karina Milei confirma que el clima preelectoral ya se respira, y que la estrategia libertaria es profundizar la grieta con el kirchnerismo bonaerense para galvanizar su propio relato. Lo que está en juego no es solo la provincia: es la narrativa del enemigo interno sobre la que Milei construyó poder.