
En un movimiento que evitó una escalada arancelaria de consecuencias incalculables, la Unión Europea alcanzó un acuerdo con Estados Unidos para fijar un arancel del 15% sobre la mayoría de sus exportaciones al país norteamericano. El pacto, negociado contra reloj antes de la fecha límite del 1 de agosto, fue impulsado por la amenaza de la administración Trump de imponer tarifas de hasta el 30% si no se llegaba a una solución.
Aunque el bloque europeo celebró el acuerdo como un "mal menor", las críticas no tardaron en llegar desde los propios gobiernos nacionales. Algunos líderes calificaron la negociación como un acto de sumisión y otros alertaron que el pacto podría sentar un precedente peligroso de desequilibrio en las relaciones transatlánticas.
El acuerdo incluye una promesa europea de inversiones por más de 750.000 millones de dólares en sectores energéticos dentro de EE.UU., a ejecutarse en los próximos tres años. Esta cláusula fue una de las principales exigencias de Washington para aceptar un arancel moderado.
Al mismo tiempo, el euro ha caído más del 13% frente al dólar en lo que va del año, lo que agrava las condiciones para los exportadores europeos y refuerza la posición comercial de EE.UU. La combinación de un euro depreciado y nuevos aranceles crea un escenario poco favorable para la economía del bloque.
Diversos países de la UE manifestaron su malestar ante lo que consideran una cesión excesiva frente a Donald Trump. El primer ministro húngaro Viktor Orbán acusó a Ursula von der Leyen de haber negociado "con plumas en lugar de garras", mientras que en Francia se habló directamente de "sumisión a Washington".
Las críticas también apuntan a la falta de coordinación interna. Aunque algunos países respaldaban medidas de represalia en caso de un fracaso en la negociación, otros optaron por priorizar la estabilidad comercial, incluso a costa de perder capacidad de presión futura.
Los mercados financieros reaccionaron inicialmente con alivio y subas moderadas en las bolsas europeas, pero el entusiasmo se desinfló ante las dudas sobre la sostenibilidad del acuerdo. Analistas advierten que las condiciones impuestas podrían ralentizar la recuperación industrial en sectores clave.
Las principales cámaras empresariales en Alemania y Francia emitieron comunicados expresando su "preocupación por la pérdida de competitividad", especialmente en manufacturas, agroindustria y tecnología. En su opinión, el acuerdo impone costos sin garantizar acceso estable a nuevos mercados.
Desde Washington, la Casa Blanca presentó el acuerdo como una victoria estratégica. Trump aseguró que Europa "comprendió finalmente cómo se hacen los negocios", mientras sus asesores destacaban el volumen de inversión asegurado y la contención de posibles retaliaciones.
Además, EE.UU. mantuvo la presión sobre otras regiones. En paralelo al acuerdo con Europa, Trump dio un plazo de 10 a 12 días a Rusia para alcanzar un alto el fuego en Ucrania, bajo amenaza de nuevas sanciones. Este enfoque multilateral refuerza su posición como actor dominante.
Good morning 🇺🇸🇺🇸🇺🇸 pic.twitter.com/OVTcZegUFu
— The White House (@WhiteHouse) July 28, 2025
Aunque el acuerdo evita un choque comercial inmediato, deja un saldo amargo dentro de la UE, donde muchos temen que haya abierto la puerta a una relación desequilibrada. La aparente claudicación frente a Washington podría tener efectos duraderos sobre la imagen de unidad y firmeza europea.
En términos estructurales, el pacto sella una fase de realineamiento transatlántico bajo condiciones asimétricas, donde el poder de negociación europea parece debilitado. El tiempo dirá si este fue un respiro necesario o una concesión demasiado costosa.