
Lo que parecía una nueva presentación presidencial en el marco informal de Neura Media —el canal de streaming de Alejandro Fantino— terminó en una escena difícil de explicar: el presidente Javier Milei cerró su participación con una marioneta en mano, hablando por ella al aire.
La imagen, tan inesperada como simbólica, se viralizó en minutos y abrió un abanico de cuestionamientos públicos que mezclaron asombro, ironía y alarma institucional.
Mientras Milei defendía su modelo económico y cargaba contra la oposición, su vicepresidenta Victoria Villarruel y hasta el propio Congreso de la Nación, el broche final fue un sketch con un títere de trapo, lo que para muchos terminó por sintetizar el carácter performático de su gestión. Pero no todos lo tomaron con humor.
Diversas figuras públicas se expresaron en redes sociales. Entre el sarcasmo y la preocupación, la escena generó más ruido que certezas:
Carla Pelliza, periodista:
“Realmente no entiendo qué esperan los inversores para venir a la Argentina” (@PellizaCarla)
Nacho Girón, conductor de TN:
“Después de un día agitado llegué a casa y quería ver qué estaba diciendo el presidente de mi país. Puse un ratito” (@nachogiron)
César Biondini, analista político:
“A las 0.30 del viernes, Milei cerró su brote en el programa de Fantino con un show de títeres. Este broche de oro lleva calma a los mercados e inyecta confianza en los inversores. ¿Quién se perdería la oportunidad de poner millones de dólares en un país regido por un demente?” (@BiondiniCesar)
Daniel Lipovetzky, exdiputado PRO:
“Uno es un muñeco manejado y controlado por otra persona con una gran boca pero sin corazón ni sentimientos. El otro es una marioneta de color negro” (@Lipovetzky)
David Santa Cruz, Periodista y editor especializado en América Latina:
“Imágenes inéditas de un títere manejando una marioneta” (@Dsanta_cruz)
En un país con inflación de dos dígitos mensuales, caída del consumo y paritarias postergadas, la escena no pasó como un recurso simpático. Para muchos observadores, fue una señal de desborde simbólico que afecta la seriedad institucional, mientras se reclama gestión y resultados.
El propio Milei había anunciado con entusiasmo su participación en el programa, prometiendo “una bomba de contenido”, pero terminó dejando perplejos incluso a sectores que lo respaldan.