
Estados Unidos oficializó una nueva tanda de aranceles "recíprocos" que entrarán en vigor el próximo 7 de agosto, impactando a más de 60 países, especialmente del hemisferio occidental. Brasil recibirá el castigo más severo, con una tarifa del 50% sobre sus exportaciones clave, mientras que Canadá, México, Argentina y Chile también figuran entre los afectados.
La decisión forma parte de una ofensiva más amplia del presidente Donald Trump para reducir el déficit comercial y presionar a países que, según la Casa Blanca, se benefician injustamente del acceso al mercado estadounidense. La medida fue firmada mediante una orden ejecutiva que invoca la Ley de Poderes Económicos Internacionales, y representa un nuevo giro en la estrategia proteccionista que marcó su primer mandato.
Brasil fue blanco del arancel más alto, en parte debido a las disputas recientes sobre subsidios agrícolas, restricciones regulatorias y alianzas tecnológicas con China. El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva rechazó la medida y anunció que llevará el caso ante la OMC, al considerar que se trata de un ataque unilateral sin justificación comercial válida.
Canadá también se vio golpeado, con un alza del 25% al 35% en sus exportaciones generales, además de un 50% específico en acero y aluminio, y un 10% adicional en potasa y energía. El gobierno de Ottawa, que ha mantenido una relación tensa pero pragmática con Washington, convocó de inmediato a su embajador en EE. UU. para evaluar represalias.
En el caso mexicano, Trump anunció una "pausa táctica" de 90 días antes de aplicar aranceles del 25% a todos los bienes que no estén cubiertos por el T-MEC. Esta moratoria busca abrir espacio a una renegociación bilateral con el gobierno de Claudia Sheinbaum, que hasta ahora ha evitado confrontaciones directas con Washington.
La decisión de diferir los gravámenes fue interpretada como un gesto de presión diplomática. El Ejecutivo mexicano aún no se ha pronunciado de forma oficial, pero fuentes cercanas a la cancillería indicaron que se está evaluando una estrategia conjunta con Canadá y otros socios para mitigar el impacto comercial.
Argentina, Colombia y Chile enfrentarán aranceles del 10%, una cifra menor pero simbólicamente relevante en un contexto de fragilidad económica regional. Venezuela, Guyana y Nicaragua recibirán tarifas diferenciadas del 15%, 38% y 18% respectivamente. En todos los casos, Washington justificó la medida como parte de un reequilibrio de relaciones comerciales "asimétricas".
El caso argentino es particularmente delicado: sectores clave como agroindustria, vinos y autopartes quedarán expuestos, lo que podría profundizar el desequilibrio de su balanza externa. El gobierno de Javier Milei, con un discurso alineado a Trump, enfrenta ahora una contradicción política: defender la relación bilateral sin aceptar daños estructurales para su economía.
Expertos en comercio internacional advierten que la nueva ronda arancelaria podría tener efectos inflacionarios globales y disrupciones en las cadenas de suministro. Las tarifas se aplican a una amplia gama de productos, desde materias primas como cobre y energía, hasta manufacturas y componentes tecnológicos.
A nivel legal, ya existen antecedentes judiciales contrarios a este tipo de medidas. En mayo, un tribunal estadounidense declaró inconstitucionales varios aranceles anteriores impuestos mediante la IEEPA, lo que podría abrir la puerta a litigios por parte de empresas afectadas o incluso de gobiernos extranjeros.
La reacción de la comunidad internacional ha sido, por ahora, moderada. La Unión Europea, que enfrentará un arancel del 15%, ha evitado declaraciones contundentes. India y Corea del Sur, también afectados con un 25% y 15% respectivamente, han optado por canalizar su queja a través de los foros multilaterales.
Analistas políticos coinciden en que, a diferencia de 2018-2019, esta nueva ofensiva comercial ocurre en un contexto de menor cohesión global y mayor aceptación de medidas unilaterales, lo que reduce la probabilidad de una contraofensiva estructurada en el corto plazo.
Periodista: ¿Por qué no invocó esta ley en su primer mandato para los aranceles? Podría haber recaudado miles de millones.
— Emmanuel Rincón (@EmmaRincon) July 31, 2025
Trump: «¡Porque en nuestro primer mandato estaba luchando contra lunáticos como usted!».pic.twitter.com/Qt3EgZuKA0
La estrategia arancelaria de Trump marca un endurecimiento de su agenda nacionalista en plena precampaña electoral. Al reactivar las tensiones comerciales, busca consolidar su base política en sectores industriales estadounidenses que ven en el proteccionismo una vía de recuperación económica.
Pero también deja al descubierto una pregunta más profunda para América Latina: ¿hasta cuándo las economías de la región seguirán atadas a una potencia que actúa según cálculos internos y volátiles? La dependencia comercial, lejos de garantizar estabilidad, expone la vulnerabilidad estructural del continente. En vez de adaptarse a cada giro unilateral de Washington, el momento podría ser propicio para repensar estrategias de integración regional y diversificación de alianzas.