
La salud mental en las universidades chilenas atraviesa una crisis que ya no admite diagnósticos sino respuestas estructurales. Un informe reciente del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) pone en evidencia un panorama inquietante: altos niveles de ansiedad, depresión y consumo problemático de sustancias están afectando de forma directa la experiencia universitaria, limitando el aprendizaje, el desarrollo personal y la permanencia en el sistema educativo.
El documento, titulado "Bienestar universitario: claves para la convivencia y la salud mental", fue elaborado tras dos años de trabajo colaborativo entre universidades del CRUCH, especialistas y representantes estudiantiles. La conclusión central es categórica: las respuestas institucionales actuales son insuficientes y no están a la altura de la diversidad y complejidad del estudiantado chileno actual.
Según el informe, las universidades han promovido algunas acciones preventivas y de atención, pero en general carecen de una capacidad estructural adecuada para abordajes sostenidos e integrales. Las brechas presupuestarias, la falta de especialistas y la desconexión con el sistema público de salud configuran un escenario restrictivo que obstaculiza cualquier mejora real.
La situación se agrava con una mayor complejidad del estudiantado. A diferencia de décadas anteriores, hoy convergen en las aulas estudiantes con trayectorias escolares no lineales, provenientes de diversos territorios, identidades de género, condiciones étnicas y situaciones de discapacidad. Este nuevo perfil demanda respuestas inclusivas, interseccionales y colaborativas, que rebasan la visión asistencialista tradicional.
Uno de los ámbitos más cuestionados por el estudio es la persistencia de lógicas punitivas en la resolución de conflictos. En vez de fomentar una cultura de convivencia, escucha y reparación, muchas instituciones optan por medidas sancionatorias, lo que refuerza climas de tensión y desconfianza en la comunidad universitaria.
A esto se suma la ausencia de marcos regulatorios claros para la promoción del bienestar y la salud mental. El informe señala que en varios planteles la atención psicológica no está normada, lo que genera inequidades internas, falta de continuidad en las políticas y desvinculación de los enfoques contemporáneos de cuidado.
Uno de los aspectos valorados en el trabajo del CRUCH es la inclusión de voces estudiantiles durante la investigación. A través de encuestas, entrevistas y grupos focales, se recogieron las preocupaciones directas de quienes experimentan a diario las tensiones del sistema universitario.
Los resultados evidencian una demanda clara: las y los estudiantes no solo exigen atención psicológica accesible y de calidad, sino también condiciones estructurales que favorezcan el bienestar integral, como carga académica razonable, horarios inclusivos, espacios seguros para la diversidad y canales efectivos de participación.
El documento concluye con una serie de recomendaciones que apuntan a priorizar cinco áreas clave: regulación institucional, seguimiento de trayectorias, participación comunitaria, articulación con servicios de salud y evaluación continua de las intervenciones. Cada una está acompañada de ejemplos de buenas prácticas en universidades nacionales e internacionales.
Pero las recomendaciones no bastan si no van acompañadas de voluntad política, financiamiento sostenido y transformación cultural. La comunidad universitaria enfrenta el desafío de repensar sus lógicas internas, cuestionar jerarquías inútility construir espacios donde la salud mental deje de ser un privilegio para convertirse en un derecho garantizado.
El informe del CRUCH no es solo un llamado a la acción, sino un espejo crítico de las universidades de Chile. Persistir en modelos fragmentados, reactivos y elitistas en materia de bienestar es ignorar el mandato pedagógico y humano de las instituciones.
Si la universidad quiere sostener su rol transformador en la sociedad, debe dejar de ver la salud mental como un "servicio complementario" y asumirla como parte medular del proceso formativo, democrático y colectivo.