
Sin previo aviso y en medio de una jornada laboral rutinaria, más de 2.000 trabajadores de la planta de Nissan en Jiutepec, Morelos, fueron informados del cierre definitivo de sus instalaciones. La notificación, transmitida vía videollamada desde la administración central, marcó el inicio de una incertidumbre profunda para miles de familias que dependen directa e indirectamente de esa fábrica.
La planta, conocida como CIVAC, fue inaugurada en 1966 y representó el primer paso de Nissan fuera de Japón. Desde entonces, se convirtió en un símbolo del desarrollo industrial mexicano, con más de 5,6 millones de unidades producidas a lo largo de seis décadas. Su clausura no sólo afecta empleos, sino que pone fin a un capítulo emblemático de la historia manufacturera del país.
La decisión responde a una estrategia corporativa denominada Re:Nissan, cuyo objetivo es reducir de 17 a 10 plantas fuera de China, y bajar la producción global de 3,5 a 2,5 millones de unidades. Esta reorganización busca recuperar la rentabilidad tras un año fiscal crítico, donde la compañía reportó pérdidas netas por 774 millones de dólares.
En ese contexto, la planta de Jiutepec fue seleccionada para el cierre, a pesar de su carga simbólica y operativa. La dirección de Nissan argumentó razones de eficiencia y concentración de líneas de producción, especialmente ante el endurecimiento del mercado estadounidense y la presión de nuevos aranceles.
Según estimaciones sindicales, el cierre dejará sin fuente laboral directa a alrededor de 2.400 empleados, y afectará indirectamente a más de 4.000 personas que trabajan en empresas proveedoras o servicios vinculados. A nivel económico, se calcula que se perderán 800 millones de pesos anuales en sueldos directos, además de 1.500 millones en derrama indirecta.
El impacto no sólo será económico. Muchos de los trabajadores tienen décadas de antigüedad en la planta, y no conocen otra forma de sustento. A pesar de que Nissan anunció una transición gradual hasta marzo de 2026, el personal eventual comenzará a ser despedido desde diciembre próximo, generando una sensación de desamparo en la comunidad.
La gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia, anunció una mesa de diálogo con la empresa y representantes sindicales, además de programas especiales a través del Servicio Nacional de Empleo. También se baraja la posibilidad de incentivos para empresas que puedan reabsorber parte de la mano de obra desplazada.
El Sindicato Independiente de Trabajadores de Nissan (SITNISSAN) convocó a una asamblea extraordinaria para organizar la negociación colectiva. Se busca asegurar indemnizaciones justas, reubicaciones y la apertura de una comisión jurídica para proteger derechos laborales durante el proceso de cierre.
La clausura de CIVAC tiene un fuerte peso simbólico: fue la primera planta de Nissan fuera de Japón y pilar de la expansión automotriz japonesa en América Latina. Su desaparición refleja no solo la crisis de la marca, sino también el cambio de paradigma en la industria, donde la eficiencia global empieza a pesar más que los lazos históricos con los países anfitriones.
Además, la noticia reaviva la discusión sobre la fragilidad del modelo maquilador en México, cuya dependencia de decisiones corporativas extranjeras deja expuestas a comunidades enteras. Para Jiutepec, el cierre es también el fin de una era: la fábrica definió su economía, su identidad y su futuro por casi 60 años.
#ÚLTIMAHORA 🚨 La armadora japonesa Nissan confirmó el cierre de su planta de producción CIVAC en el estado de Morelos al término de su año fiscal 2025, que finaliza en marzo del 2026.https://t.co/VOJ0FLrWky pic.twitter.com/aGMT2OhFPE
— El Financiero (@ElFinanciero_Mx) July 30, 2025
La clausura de la planta de Nissan en Morelos constituye uno de los golpes laborales más duros en lo que va del año para México. Más allá de las cifras, representa un desafío estructural para el modelo industrial del país, que aún carece de una política robusta de transición laboral.
La pregunta de fondo es si el Estado mexicano está preparado para responder ante procesos de desinversión extranjera con medidas concretas de reconversión económica. Mientras tanto, miles de familias en Morelos quedan a la espera de respuestas que aún no llegan.