
La danza de alianzas en la Ciudad de Buenos Aires está desestabilizando la previa bonaerense. El intento de acuerdo entre La Libertad Avanza y el PRO porteño detonó alarmas en los distritos del conurbano, donde las heridas del cierre anterior no terminaron de cicatrizar. El apuro por cerrar listas nacionales antes del 19 de agosto ya mete presión en septiembre. En Fuerza Patria, mientras tanto, Cristina Fernández de Kirchner y Máximo Kirchner empezaron a mover las piezas para quedarse con la lapicera de octubre.
Los intendentes del PRO y de LLA en Buenos Aires arrastran reproches cruzados. El cortocircuito entre los halcones del macrismo y los operadores de Karina Milei amenaza con hacer implosión el armado provincial. Jorge Macri quedó corrido por decisión de su prima Karina, quien quiere sellos libertarios sin compartir espacio con el PRO. Pero Mauricio Macri apuesta a otro pacto, consciente de que una nueva derrota dejaría al partido que fundó en estado terminal.
En ese desorden, algunos jefes comunales se corren para no quedar atrapados en la pelea. Soledad Martínez, en Vicente López, optó por mantenerse al margen, mientras que Sebastián Pareja sigue jugando suelto, apuntando a acuerdos quirúrgicos para evitar otro efecto dominó. La lección de mayo, cuando el PRO porteño estalló tras adelantar elecciones, todavía pesa. Aquella movida dejó a los radicales y a la Coalición Cívica afuera y sembró fisuras que todavía no cierran.
Desde el sur del AMBA hasta el Congreso, el ruido también llega al universo kirchnerista. Máximo Kirchner volvió a mostrarse públicamente y Cristina insinúa que saldrá de campaña. En paralelo, le piden —sin nombrarlo— a Juan Grabois que frene sus ataques a Sergio Massa, aún pieza clave para sostener el frente. En ese esquema, Grabois empieza a sonar como plan B si el exministro se baja. Pero nadie lo dice en voz alta.
La tensión también alcanza a Axel Kicillof, que mantiene un delicado equilibrio con el kirchnerismo más duro. En el PJ bonaerense, todos saben que sin unidad no hay ninguna chance frente al dispositivo libertario. Pero también desconfían del optimismo con el que Milei encara la campaña. Las encuestas muestran desgaste en su vínculo con el electorado de centro, y los analistas más finos advierten que un tropiezo en la Provincia podría tener alto impacto simbólico.
La expectativa de La Libertad Avanza es conseguir un resultado “decoroso” que mantenga viva la épica. Cerca del Gobierno repiten que “un empate ya es victoria”, pero también temen que el triunfalismo les juegue en contra. Mientras los operadores tradicionales hacen cuentas, el optimismo libertario se resume en una frase escuchada esta semana en un búnker oficial: “Ojalá nos peguemos un susto… así en octubre arrasamos por el miedo kuka”.