
La política económica del Gobierno nacional, marcada por una recesión prolongada, ajuste fiscal y rigidez cambiaria, generó un entorno de incertidumbre que empuja a empresas globales a replegarse del mercado argentino. Aumentan los casos de cierres, ventas y despidos en sectores clave.
En apenas 18 meses de gobierno, la administración de Javier Milei enfrenta un fenómeno cada vez más visible: la salida de empresas multinacionales del país. En total, al menos 13 compañías de escala global confirmaron su retirada del mercado argentino, citando como principales motivos la caída del consumo, las trabas operativas y la imposibilidad de repatriar utilidades.
Entre las firmas que ya se marcharon o vendieron sus activos se encuentran ExxonMobil, HSBC, Prudential, Procter & Gamble (P&G), Clorox, Xerox, Internexa, Petronas, Enap Sipetrol, Mercedes-Benz, Telefónica, Southern Cross (Atria Soluciones Logísticas) y SHV Holding (Makro).
A contramano del discurso oficial que prometía “lluvia de inversiones” tras el ajuste fiscal, lo que se registra es una combinación de recesión económica profunda, volatilidad cambiaria, retracción del consumo interno y congelamiento de proyectos de inversión.
“La decisión de retirarse no responde necesariamente a una ideología, sino a una evaluación de riesgos y oportunidades. Las empresas que no pueden sostener operaciones deficitarias o que no vislumbran condiciones de estabilidad, optan por retirarse”, explican desde la consultora Audemus, que monitorea el clima empresarial.
La misma consultora relevó 86 “eventos de crisis” empresariales desde diciembre de 2023 hasta la fecha: se trata de casos de cierres, retiros, despidos masivos o suspensiones en grandes compañías, sobre todo en los sectores textil, metalúrgico, automotriz y logístico.
Entre los casos más recientes, se destaca la decisión de Raízen (licenciataria de Shell) de iniciar el proceso de venta de su refinería de Dock Sud y de sus más de 700 estaciones de servicio en el país. La empresa ya contrató a JP Morgan para liquidar sus activos.
También se confirmó que Nissan redujo a la mitad su producción en Córdoba y transformará su operación en una estructura principalmente importadora, desmantelando parte de su cadena productiva local.
En el sector financiero, HSBC Argentina fue vendido al Grupo Galicia, mientras Prudential dejó de operar seguros de vida en el país. Xerox y Clorox, por su parte, cerraron completamente sus operaciones y liquidaron activos.
Desde el oficialismo, el argumento es que muchas de estas salidas responden a “herencias” de años anteriores o reestructuraciones globales. Sin embargo, especialistas advierten que la ausencia de políticas activas para la inversión, la sobreexigencia al mercado interno y la falta de previsibilidad regulatoria profundizan el problema.
“Este modelo descansa exclusivamente en la confianza del mercado, pero se queda sin herramientas para sostener el tejido empresarial cuando la actividad se frena y las empresas dejan de encontrar rentabilidad”, explican economistas vinculados a cámaras industriales.
A esto se suma el deterioro del salario real, que afecta directamente al consumo y, con él, al negocio de muchas de estas compañías, principalmente en los rubros de retail, alimentos, energía y bienes durables.
Las consecuencias no son solo simbólicas. El éxodo empresarial implica:
El economista Martín Kalos advierte: “El repliegue no es solo financiero; implica también una pérdida de know-how, de competencia, de dinamismo en sectores clave. Y lo más preocupante es que, por ahora, no se ve un horizonte de reactivación que frene esa tendencia”.
Pese a la magnitud del fenómeno, el gobierno nacional evita hacer referencia directa al éxodo empresarial. El presidente Milei mantiene su narrativa centrada en la “liberación del mercado”, mientras voceros oficiales señalan que las condiciones actuales “benefician al empresario productivo”.
Sin embargo, el contraste entre el relato y los hechos se hace cada vez más evidente. La “terapia de shock” adoptada por el Ejecutivo nacional muestra efectos colaterales de gran profundidad, y el repliegue empresarial -más allá de su visibilidad mediática- impacta de lleno en el entramado económico y social argentino.