05/08/2025 - Edición Nº910

Internacionales

Violencia mortal

Crímenes de alto impacto en España: ¿qué medidas se están tomando?

04/08/2025 | Aunque la tasa de homicidios baja, se intensifican los casos de agresiones familiares y crímenes de alto impacto social.



España ha contabilizado 84 asesinatos consumados en los primeros seis meses de 2025, una cifra que, aunque no representa un repunte drástico respecto a años anteriores, sí refleja una preocupación persistente: la violencia en el ámbito privado y la participación de menores en actos criminales. Las estadísticas del Ministerio del Interior muestran una caída general en homicidios respecto a 2024, pero esta baja contrasta con la virulencia de los casos registrados.

Varios de los crímenes más impactantes del año han sido protagonizados por parejas o familiares de las víctimas, sin denuncias previas ni alertas activas en el sistema de seguimiento. En otros, los agresores eran menores de edad, como ocurrió en una residencia de Badajoz, donde tres adolescentes asesinaron a una trabajadora social. Este doble patrón —la intimidad y la juventud de los agresores— está marcando un nuevo perfil en el mapa delictivo español.

Agresiones en el entorno familiar

Las agresiones cometidas por parejas, exparejas o personas del entorno cercano continúan siendo el núcleo más alarmante dentro de los asesinatos. Hasta finales de julio, al menos 23 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas, lo que eleva a más de 1.300 el número de víctimas desde 2003. El crimen en Langreo, donde un hombre de 72 años mató a su pareja de 40, fue el primero del año.

La mayoría de estos casos no contaban con denuncias previas ni medidas judiciales en curso. Esto resalta fallos en la prevención, ya que el 69 % de las víctimas nunca había denunciado a su agresor, y muchas de ellas vivían en entornos rurales o socialmente aislados, lo que dificulta el acceso a servicios de emergencia.

Menores como víctimas y autores

En abril, una niña de cinco años fue asesinada por la expareja de su madre en Murcia, en un caso que conmocionó a la opinión pública. Desde 2013, 63 menores han sido víctimas directas de estos crímenes cometidos para causar daño a sus familiares. El caso desató una ola de protestas y cuestionamientos hacia la eficacia institucional.

Pero los menores no solo están en la lista de víctimas. En Badajoz, tres adolescentes de entre 14 y 17 años asesinaron a una trabajadora en una residencia tutelada, generando un debate profundo sobre la supervisión estatal en estos espacios. El crimen mostró fallos en la vigilancia institucional y la falta de protocolos claros para casos de agresión interna.

Crímenes sin denuncia, personas sin sistema

En localidades como Algemesí o Marbella, personas fueron asesinadas por sus parejas sin que existieran alertas en el sistema de protección. La víctima de Algemesí murió junto a su hijo de dos años, en un caso que reavivó las críticas a los mecanismos de prevención. Las autoridades reconocen que el 30 % de las víctimas habían pedido ayuda previamente, sin recibir una respuesta eficaz.

Esta estadística contrasta con la creciente inversión pública en programas de prevención. El Ministerio competente ha destinado más de 400 millones de euros en los últimos tres años, pero la realidad demuestra que el problema está más en la ejecución y acceso que en el diseño de políticas. Muchas personas desconocen los canales disponibles o temen consecuencias si denuncian.

Impacto mediático y crímenes de alto perfil

El asesinato múltiple en un bufete de abogados en Madrid, perpetrado por el exmarine Dahud Hanid Ortiz, desató una tormenta política y mediática. El agresor, con antecedentes penales, ingresó armado en un edificio judicial sin ser detenido. El caso generó un fuerte reclamo por parte de familiares, quienes denunciaron la inoperancia del sistema de justicia para frenar amenazas previas.

Otro episodio que sacudió la agenda pública fue el asesinato de un auxiliar domiciliario en O Porriño, Galicia. Su agresor, un jubilado que había sido denunciado meses antes, actuó pese a la existencia de informes de riesgo. Este caso provocó la reacción de sindicatos de asistencia domiciliaria, que reclaman mayores medidas de seguridad laboral y protocolos de intervención temprana.

Crimen organizado: otra cara de la violencia

Aunque menos frecuente, el crimen organizado también deja víctimas visibles. En julio, el ciudadano montenegrino Filip Knežević fue asesinado en Barcelona en un ajuste de cuentas entre mafias balcánicas. Estos casos, aunque aislados, ponen en evidencia la penetración de redes criminales internacionales en territorio español y la dificultad para prevenir actos violentos entre bandas extranjeras.

El contraste entre estos homicidios y los casos en el ámbito familiar revela un sistema penal más eficaz para el crimen organizado que para las agresiones privadas. Mientras en casos mafiosos se producen detenciones rápidas, en otros tipos de homicidios la prevención sigue siendo una deuda del Estado.

Aumenta la violencia 

España mantiene una tasa de homicidios baja en comparación europea, pero cada caso visibiliza fallas profundas en los sistemas de alerta temprana, protección institucional y acceso a justicia. La cifra de asesinatos puede disminuir, pero su impacto social y simbólico sigue creciendo.

La persistencia de la violencia en el ámbito privado, la aparición de menores como protagonistas y la incapacidad del Estado para reaccionar a tiempo obligan a repensar el enfoque preventivo: no basta con registrar las muertes, hay que evitar que ocurran.