
La irrupción de Cox Energy en el panorama eléctrico mexicano representa un giro estratégico de alto impacto en el sector. La firma española completó la adquisición de todos los activos operativos de Iberdrola en México por aproximadamente 4.200 millones de dólares, convirtiéndose de facto en el principal actor privado de energía renovable del país. Este movimiento ocurre en un contexto de reformas energéticas que favorecen alianzas público-privadas bajo el nuevo marco regulatorio impulsado por el Gobierno de Claudia Sheinbaum.
El acuerdo, que incluye 15 plantas activas con una capacidad conjunta de 2.600 megavatios y una cartera de desarrollo cercana a los 12 gigavatios, posiciona a Cox como un aliado clave para la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Mientras la CFE mantiene su mandato de controlar el 54% del mercado eléctrico nacional, la entrada de Cox como socio técnico y financiero allana el camino para modelos mixtos de generación limpia con respaldo estatal.
La operación no solo marca la salida definitiva de Iberdrola del mercado mexicano, sino que también abre una nueva era para las renovables en el país. Con una combinación de plantas solares, eólicas y de ciclo combinado, Cox hereda infraestructura moderna y de alta eficiencia, mientras mantiene al menos 800 empleados locales, lo que garantiza continuidad y experiencia operativa en territorio nacional.
La compra también contempla una serie de pagos variables vinculados al avance de proyectos futuros. Entre ellos, destacan desarrollos de infraestructura hídrica y térmica solar, rubros donde Cox ya tiene experiencia internacional y que se alinean con las prioridades ambientales del gobierno mexicano.
Desde marzo de 2025, la nueva legislación secundaria permite una participación privada en la generación eléctrica, siempre que no supere el 46% y esté bajo esquemas de control estatal. Esto ha sido interpretado por Cox como una ventana de oportunidad estructural, que ofrece seguridad jurídica y rentabilidad a largo plazo.
Además, el nuevo marco de Certificados de Energía Limpia (CEL) permite que las plantas existentes también generen ingresos por reducción de emisiones, un incentivo crucial para acelerar inversiones sin necesidad de construir nuevas instalaciones desde cero.
La compañía anunció un plan de inversión de 10.700 millones de dólares en México hasta 2030, que incluirá no solo generación eléctrica sino también proyectos de agua, desalinización y tratamiento térmico. En este contexto, se espera que parte de las iniciativas se desarrollen en colaboración directa con la CFE mediante concesiones o sociedades mixtas.
El alineamiento con la agenda gubernamental ha sido clave para consolidar esta operación. Tanto la Secretaría de Energía como la dirección de la CFE han expresado su interés en desarrollar un modelo de coinversión con Cox, que les permita compartir riesgos, tecnología y beneficios.
Con una demanda promedio superior a los 50.000 megavatios, México es el segundo mercado eléctrico más grande de América Latina, solo por detrás de Brasil. La necesidad de expandir capacidad instalada y mejorar la eficiencia de la red representa una oportunidad formidable para nuevos actores con respaldo financiero.
A diferencia de otras compañías que enfrentaron conflictos regulatorios en el pasado, Cox ingresa con una postura colaborativa, dispuesta a compartir conocimiento y aportar capital bajo reglas claras. Esta aproximación podría cambiar la percepción sobre la inversión extranjera en sectores estratégicos.
Aunque el entorno actual favorece la participación privada, persisten riesgos regulatorios y financieros. La dependencia de financiamiento internacional —alrededor del 75% de la adquisición fue apalancado en deuda externa— podría exponer a Cox a shocks cambiarios o tensiones con la CFE si los flujos esperados se retrasan.
También existe incertidumbre sobre la estabilidad del marco regulatorio más allá del sexenio actual. Un cambio en la correlación de fuerzas políticas podría alterar las condiciones de participación privada o modificar los mecanismos de remuneración.
#ÚLTIMAHORA 🚨 La española Cox, especializada en agua y energías renovables, comprará los activos de Iberdrola en México, en una operación que redefine el mapa energético del país pic.twitter.com/2Y4KBr0OfS
— El Financiero (@ElFinanciero_Mx) July 31, 2025
El desembarco de Cox Energy en México reconfigura el tablero energético del país, no solo por la magnitud de la operación, sino por el tipo de relación que plantea con el Estado. Al asumir un rol de socio técnico y financiero de la CFE, Cox se diferencia de sus predecesores, abriendo un nuevo paradigma en la gestión de lo público-privado.
A medida que avance la implementación del plan 2025-2030, será clave observar cómo se consolidan las alianzas, cuánto se concreta del portafolio proyectado, y si el modelo mixto es replicable en otras áreas críticas como el agua. México podría convertirse en el laboratorio regional de una nueva forma de gobernanza energética.