
Pedro Pascal, el actor chileno que hoy brilla en Hollywood, está viviendo un momento dorado con tres películas en cartelera: Los 4 Fantásticos: Primeros pasos, Materialistas y Eddington (esta última a punto de llegar a los cines argentinos en diez días). Sin embargo, su camino al estrellato estuvo lleno de obstáculos, y fue un papel clave en 2013 el que marcó un antes y un después en su carrera.
En sus primeros años, Pedro Pascal luchó por hacerse un nombre en la industria. Tras estudiar en la Escuela de Artes Tisch en Nueva York, se mudó a Los Ángeles, donde obtuvo pequeños roles en series como Buffy, la cazavampiros, cuyos ingresos residuales le permitieron subsistir. Claro que no fue suficiente para estabilizarlo económicamente, y pronto regresó a Nueva York, donde volvió a enfrentar penurias. Su amiga, la actriz Sarah Paulson, reveló que en esos momentos críticos llegó a darle su paga diaria para que pudiera comer.
El punto de inflexión llegó en 2013, cuando Sarah Paulson desempeñó un papel crucial para cambiar la trayectoria de Pedro Pascal. Al enterarse de que HBO buscaba al actor perfecto para interpretar a Oberyn Martell en Game of thrones, Pascal le pidió a Paulson que enviara una cinta suya a Amanda Peet, quien estaba casada con David Benioff, uno de los creadores de la serie.
Benioff vio el potencial de Pascal y lo eligió para encarnar al príncipe de Dorne. Este papel, aunque breve, se convirtió en el verdadero punto de inflexión de su carrera. Lo increíble es que fueron tan solo 7 episodios los que bastaron para establecerlo como un personaje muy querido.
El impacto de Oberyn Martell fue inmediato. Le abrieron las puertas a proyectos de mayor envergadura. Poco después, protagonizó tres temporadas de Narcos como el agente Javier Peña y su carrera despegó aún más con The Mandalorian y The Last of Us.