08/08/2025 - Edición Nº913

Internacionales

Crisis ecológica

Chile y su nuevo papel en la protección de humedales: desafíos y metas

07/08/2025 | Los humedales desaparecen a un ritmo alarmante y su degradación amenaza servicios vitales como el agua, el clima y la alimentación global.



Los humedales, responsables de proteger nuestras costas, purificar el agua, almacenar carbono y mantener la biodiversidad, están desapareciendo. Según el informe "Perspectiva mundial sobre los humedales 2025", desde 1970 el planeta ha perdido el 22% de su superficie de humedales, una extensión equivalente a 500 millones de canchas de fútbol. Esta pérdida no se detiene: cada año, un 0,52% adicional de estos ecosistemas desaparece, y con ellos los servicios que sostienen a millones de personas.

A pesar de que ocupan solo el 6% de la superficie terrestre, los humedales proporcionan el 7,5% del PIB mundial mediante funciones clave como la seguridad alimentaria, el abastecimiento de agua y el control de inundaciones. Sin embargo, uno de cada cuatro humedales que aún existen está en condiciones ecológicas malas. El deterioro es particularmente severo en América Latina, el Caribe y África, donde la presión sobre los recursos naturales es mayor.

Una urgencia climática ignorada

La desaparición de los humedales implica también la pérdida de una de las formas más eficaces de mitigación del cambio climático. Estos ecosistemas almacenan enormes cantidades de carbono, y su degradación libera gases de efecto invernadero a la atmósfera. La comunidad internacional ha sido lenta en reconocer esta función, y los planes de acción climática siguen centrándose en bosques, sin integrar de manera sistémica a los humedales.

De mantenerse la tendencia actual, hasta un 20% adicional de los humedales podría desaparecer para 2050. Las consecuencias no solo serán ecológicas: los beneficios que estos ecosistemas aportan, valorados en 39 billones de dólares, están en riesgo de perderse, afectando la economía global y las condiciones de vida de comunidades enteras.

Chile frente a su responsabilidad internacional

En julio de 2025, Chile fue elegido como parte del Comité Permanente de la Convención Ramsar, el principal organismo global para la protección de humedales. Esta designación reconoce los avances del país en materia normativa, como la ley de humedales urbanos y la declaración de nuevas áreas protegidas. No obstante, las cifras siguen siendo modestas frente a la magnitud del desafío.

Hasta la fecha, Chile ha declarado 122 humedales urbanos y en enero de 2025 sumó siete nuevos, totalizando casi 170 hectáreas adicionales protegidas. Aunque estos pasos son relevantes, el cumplimiento de la normativa ambiental sigue enfrentando barreras como la falta de recursos, la urbanización descontrolada y la presión de intereses inmobiliarios sobre ecosistemas vulnerables.

Propuestas desde el ámbito internacional

El informe global propone una hoja de ruta para frenar la pérdida: revalorizar el capital natural de los humedales, integrarlos dentro del ciclo hidrológico general y aplicar instrumentos financieros innovadores para su conservación. La combinación de fondos públicos y privados sería clave para avanzar hacia una restauración significativa y sostenible.

A esto se suma la necesidad de un enfoque territorial que considere a los humedales como elementos centrales de la planificación urbana, agrícola y climática. No se trata solo de proteger áreas aisladas, sino de integrarlas a un modelo de desarrollo resiliente. Sin esta visión integral, las acciones quedarán fragmentadas y perderán impacto.

Un tema de cuidado 

La degradación de los humedales no es solo una tragedia ambiental; es una amenaza directa a la sostenibilidad del desarrollo humano. Al perder humedales, también perdemos amortiguadores naturales contra inundaciones, fuentes de agua limpia y escudos contra el cambio climático. La velocidad con la que estos ecosistemas desaparecen exige una respuesta inmediata, no discursos para el futuro.

Chile, al asumir un rol internacional en la gobernanza ambiental, tiene ahora la oportunidad de liderar con el ejemplo. No basta con firmar tratados o ampliar mapas de áreas protegidas: la protección real comienza en el terreno, con financiamiento, participación comunitaria y una voluntad política que no postergue lo urgente.