
Las aduanas mexicanas han dejado de ser simples puntos de control logístico para convertirse en el nuevo epicentro de las fricciones entre México y Estados Unidos. En un contexto marcado por la revisión del T-MEC en 2026 y la reactivación de políticas proteccionistas en EE. UU., las inspecciones, controles burocráticos y denuncias de corrupción están generando un terreno fértil para el conflicto diplomático y económico.
La administración de Claudia Sheinbaum ha asumido el desafío de reformar un sistema plagado de ineficiencias y vicios heredados. A pesar de que en 2025 la recaudación aduanera creció un 25 %, lo que podría interpretarse como un indicador de control más estricto, las debilidades estructurales, el tráfico ilícito y la presión estadounidense por eliminar “barreras no arancelarias” exponen la fragilidad institucional de la frontera comercial mexicana.
Uno de los factores que más preocupa tanto a inversionistas como a diplomáticos es la persistencia de redes de corrupción al interior del aparato aduanero. La reciente investigación por enriquecimiento ilícito contra el director de Investigación Aduanera, Alex Tonatiuh Márquez, ha reavivado la crítica sobre la transparencia institucional, debilitando la posición de México frente a socios estratégicos como EE. UU.
A esto se suma el control militar de las aduanas, una herencia del gobierno de López Obrador, que fue concebida como medida anticorrupción pero ha demostrado tener efectos contraproducentes. La falta de experiencia técnica de los mandos militares al frente de procesos logísticos ha generado cuellos de botella e ineficiencias que las empresas exportadoras no tardaron en denunciar.
El rezago tecnológico en las aduanas mexicanas es otro obstáculo para la competitividad. Procesos manuales, sistemas informáticos desactualizados y ausencia de interoperabilidad con socios comerciales impiden una gestión eficaz del comercio transfronterizo. Esta falta de modernización limita la capacidad de respuesta ante el creciente volumen de intercambio, justo cuando el nearshoring podría representar una oportunidad histórica para México.
Además, las aduanas enfrentan problemas de infraestructura física: muchas no están equipadas para operar a máxima capacidad, lo que genera demoras innecesarias. En el caso de la frontera norte, estas fallas se traducen en pérdidas millonarias para sectores clave como el automotriz y el agroalimentario, que dependen de la eficiencia aduanera para mantener la fluidez logística.
Desde Washington, la administración de Donald Trump ha dejado claro que espera reformas concretas en los sistemas de control fronterizo mexicano. A través de mecanismos de presión como la imposición de aranceles a productos mexicanos, EE. UU. ha logrado arrancar una prórroga de 90 días en la aplicación de nuevas tarifas tras una llamada directa entre Trump y Sheinbaum, lo que revela la dimensión política del conflicto.
La presión estadounidense no se limita al terreno económico. También incluye reclamos sobre el cumplimiento del T-MEC en áreas como seguridad fronteriza, combate al contrabando y respeto a los estándares laborales. La revisión del acuerdo prevista para 2026 podría convertirse en una herramienta de negociación o, en el peor de los casos, de sanción.
Ante este panorama, el gobierno mexicano se enfrenta a una encrucijada. Reformar profundamente el sistema aduanero, invirtiendo en digitalización, profesionalización y transparencia, podría fortalecer su posición negociadora y convertirlo en un polo de confianza regional. La participación del sector privado, las universidades y organismos multilaterales será clave para diseñar una estrategia sostenible y eficaz.
Sin embargo, persistir en soluciones superficiales o dilatar los cambios urgentes podría tener consecuencias estructurales. Más allá de las sanciones comerciales, México corre el riesgo de perder competitividad frente a países como Vietnam o India, que avanzan rápidamente en estándares logísticos y de cumplimiento normativo.
#ANAMInforma🛃
— Aduanas de México (@AduanasMx) August 5, 2025
🎯De enero a junio de 2025, se registraron 10,661,452 operaciones de comercio exterior en las 50 #aduanas de #México:
🗺️ Fronterizas | 68.66% del total de las operaciones.
🛡️ Interiores | 18.87% de las operaciones.
🛳️ Marítimas | 12.46% de las operaciones. pic.twitter.com/C1wD7RXiqE
Las aduanas mexicanas se han convertido en una especie de barómetro del estado de salud institucional del país. Su evolución no solo impacta la balanza comercial, sino también la imagen de México como socio confiable ante el mundo. El conflicto con EE. UU. es, en el fondo, una disputa sobre gobernanza, eficacia y credibilidad.
De cara a la revisión del T-MEC, el futuro económico mexicano dependerá en gran parte de lo que suceda en sus aduanas. Este no es un campo técnico aislado, sino un reflejo de la capacidad del Estado para adaptarse a las exigencias de un comercio internacional cada vez más regulado y competitivo.