
Se escucha decir que el rock ya no existe más, que no surgen bandas nuevas y hasta nos podemos acordar de la frase que Trueno dijo hace un tiempo atrás: "Somos el nuevo rock and roll, te guste o no". Lo cierto es que pretenden matar a un ritmo que hoy sigue llenando estadios y sigue moviendo a cientos de miles de un lado al otro.
Hoy Pity Álvarez anunció que vuelve a tocar en vivo el 5 de diciembre. El anuncio lo hizo mediante redes sociales, en un estado dudoso y con palabras que costaban salir y ¿Saben qué va a pasar cuando salgan las entradas a la venta? Si, se van a agotar, y va a meter un estadio más y también lo va a llenar porque de alguna manera eso también es rock. Nadie sabe como está Pity, si puede cantar o si no, pero van a ir.
La Renga llena cuanto estadio se propone, Los Piojos cuelgan el cartel de sold out durante 16 presentaciones seguidas, Quilmes Rock y Cosquín Rock convocan miles de asistentes, Los Fundamentalistas, con el Indio en las pantallas, marcan localidades agotadas donde toquen, pero aún así intentan instalar que el rock ya no existe.
Otra discusión es desentramar el fenómeno sociológico de pertenencia: ¿la gente va a escuchar a una banda o quiere estar, necesita pertenecer? Tal vez este público, el del rock, es menos crítico que el que escucha otro ritmo que si las condiciones no están dadas, si la propuesta realmente no le cierra, directamente no va. No está de más recordar a los fanáticos del Indio con el barro hasta las rodillas, en Gualeguaychú, año 2014.
Los referentes rockeros se fueron y se están yendo, tal vez nadie más agarrará esa lanza o lo hará de otra forma, de una forma distinta y es lógico que así sea, pero la necesidad imperiosa de reunirse en la previa de tu banda favorita, calzarte las topper, cortarte el flequillo y cubrir tu espalda con esa bandera que pintaste a mano seguirá existiendo. No hay lucha más obsoleta que la que se intenta librar contra el rock, porque sigue vivo y en buenas condiciones de salud.