
La causa Vialidad sigue siendo un terreno caliente para Cristina Fernández de Kirchner y sus exfuncionarios condenados. El próximo miércoles 13 de agosto vence el plazo para que la expresidenta devuelva los 530 millones de dólares que la Justicia le exige, un monto millonario que aún no registró ningún pago en la cuenta especial habilitada en el Banco Nación.
La responsabilidad es solidaria: junto a Cristina, deben cubrir la deuda el empresario Lázaro Báez, el exsecretario de Obras Públicas José López y otros exfuncionarios involucrados. Ante la ausencia de pagos, el Tribunal Oral Federal N°2 anunció que avanzará con la subasta pública de propiedades decomisadas, un paso que podría marcar un nuevo capítulo de tensión entre el Poder Judicial y el espacio político de la expresidenta.
Entre los bienes identificados para remate figuran dos departamentos en el exclusivo Madero Center y 24 propiedades en el sur del país, aunque varios están embargados en otras causas como Hotesur y Los Sauces. La Corte Suprema intentó moderar el impacto con una acordada que permite destinar estos inmuebles a uso institucional o social, retrasando la posibilidad de un remate inmediato.
Esta situación judicial no es solo un trámite: se inscribe en la pulseada política que atraviesa el país. El intento de ejecutar la devolución de los 530 millones profundiza la división entre quienes exigen mano dura contra la corrupción y quienes ven en estos procesos una persecución política diseñada para perjudicar a Cristina y su espacio.
El escenario político de cara a las próximas elecciones y la influencia de sectores judiciales con poder real hacen que la fecha límite del miércoles no solo sea un vencimiento económico, sino un símbolo de la lucha de poderes que atraviesa la Argentina actual. Más que una cuestión de números, está en juego la legitimidad de actores y la polarización que no cede.
En definitiva, la devolución millonaria en la causa Vialidad y la amenaza de remates son parte de un tablero político donde la Justicia actúa como un actor central, y donde las definiciones que se tomen en esta semana pueden marcar un antes y un después para Cristina Fernández de Kirchner y su espacio.