
Granada ha dado un paso significativo hacia la reafirmación de su soberanía nacional al eliminar de su Constitución el juramento de lealtad al rey Carlos III, sus herederos y sucesores. La enmienda sustituye esa fórmula por una promesa de fidelidad al pueblo de Granada, aplicable a autoridades como el gobernador general, parlamentarios, ministros y otros cargos públicos.
El primer ministro Dickon Mitchell celebró la medida como parte de un proceso de descolonización institucional, cuestionando la lógica de rendir juramento a un monarca extranjero. “¿Qué tiene el rey Carlos que me obliga a jurar lealtad a él y no a mi propio pueblo?”, expresó durante la sesión parlamentaria.
La reforma fue respaldada por una amplia coalición entre gobierno y oposición, permitiendo alcanzar la mayoría necesaria para modificar la Carta Magna. La gobernadora general, Cécile La Grenade, firmó la ley inmediatamente después de su aprobación, marcando el inicio de una nueva etapa en la simbología política del país.
Aunque la monarquía británica se mantiene como forma de Estado, la decisión refleja un creciente consenso en torno a la idea de fortalecer la identidad nacional y reducir la presencia de símbolos coloniales en la vida pública.
El Gobierno ha anunciado que esta reforma es solo el primer paso. Entre las medidas futuras, se evalúa eliminar el adjetivo “Real” en instituciones como la Policía y el sistema penitenciario, así como revisar otros protocolos oficiales que mantienen vínculos simbólicos con la Corona británica.
La decisión de Granada se suma a un movimiento regional: países caribeños como Barbados y Jamaica también han iniciado procesos para distanciarse de la monarquía británica, ya sea mediante reformas constitucionales o debates para convertirse en repúblicas.
La eliminación del juramento al rey Carlos III tiene un alto valor simbólico y práctico. Representa la voluntad de colocar al pueblo en el centro del compromiso institucional y enviar un mensaje claro sobre la madurez política de Granada. Si bien la relación formal con la monarquía continúa, el país avanza hacia una independencia simbólica que podría, en el futuro, traducirse en una ruptura definitiva con la Corona.