
Las últimas encuestas en Bolivia proyectan un escenario político que rompe con dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS). Por primera vez desde 2006, el oficialismo podría quedar fuera de una segunda vuelta presidencial, con una disputa concentrada entre dos candidatos de derecha. Este giro responde a una combinación de factores, entre ellos la crisis económica, la fragmentación interna del MAS y la ausencia de líderes históricos como Evo Morales y Luis Arce.
La cita electoral del 17 de agosto de 2025 llega marcada por un clima de incertidumbre. El descontento social, alimentado por la escasez de bienes básicos como pan, combustible y dólares, ha debilitado el respaldo al oficialismo. Los votantes, golpeados por la inflación y la falta de respuestas efectivas, parecen inclinarse hacia opciones opositoras que prometen un cambio de rumbo inmediato.
En el frente opositor destacan Samuel Doria Medina, empresario y exministro, y Jorge "Tuto" Quiroga, expresidente y figura tradicional de la política boliviana. Ambos lideran las encuestas, aunque con márgenes estrechos que anticipan una competencia ajustada en la primera vuelta. Sus propuestas se centran en la recuperación económica, la estabilidad política y la atracción de inversión extranjera.
La coincidencia de dos candidatos de derecha en la cima de las encuestas refleja la profunda reconfiguración del mapa político boliviano. La fragmentación de la izquierda ha sido determinante, debilitando la capacidad del MAS para consolidar una candidatura única y competitiva frente a un electorado que demanda soluciones rápidas a la crisis.
El actual candidato del MAS, Andrónico Rodríguez, enfrenta una campaña cuesta arriba. Aunque mantiene apoyo en sectores rurales y populares, su popularidad ha caído en zonas urbanas clave, donde el impacto de la crisis es más visible. Los analistas advierten que el voto oculto podría favorecerlo parcialmente, pero difícilmente alcanzaría para forzar su entrada a la segunda vuelta.
La ausencia de Morales y Arce en la boleta ha dejado un vacío simbólico que Rodríguez no ha logrado llenar. El partido que dominó la política boliviana por casi dos décadas se encuentra hoy a la defensiva, tratando de preservar su influencia en el Congreso y en gobiernos regionales, mientras asume el riesgo de un resultado adverso a nivel presidencial.
La crisis económica ha sido un catalizador para este viraje político. El país atraviesa una recesión marcada por el colapso de las reservas internacionales, lo que ha generado escasez de divisas y desabastecimiento de productos básicos. La falta de medidas eficaces para contener la inflación y estabilizar el mercado ha erosionado la confianza en el Gobierno.
En paralelo, la inseguridad y el deterioro de los servicios públicos han incrementado el malestar ciudadano. Este escenario ha permitido que los candidatos de derecha capitalicen el discurso de orden y estabilidad, presentándose como alternativas capaces de restaurar la normalidad en el corto plazo.
Si se confirma la tendencia, la segunda vuelta prevista para octubre supondrá una confrontación directa entre dos visiones similares en lo económico y político, pero con estilos y trayectorias distintas. Doria Medina apuesta por un enfoque empresarial y de modernización, mientras Quiroga plantea un liderazgo basado en su experiencia gubernamental y en la política tradicional.
Para el MAS, el desafío será mantener su base movilizada y evitar un retroceso irreversible en su peso político. La campaña en las próximas semanas será decisiva para medir si el partido logra recuperar terreno o si, como anticipan las encuestas, Bolivia asiste a un cambio de ciclo histórico en su vida democrática.
Bolivia en camino de aplastar el Movimiento al Socialismo en las elecciones presidenciales de este mes… el candidato del MAS no llega ni al 2% de la intención de voto.
— Mag Jorge Castro🇨🇺 (@MagJorgeCastro) August 8, 2025
De las cosas que más me alegran el día… gobernaron por décadas y quebraron el país. pic.twitter.com/fESFvlKGfa
El escenario electoral boliviano de 2025 representa una ruptura con el pasado reciente, en el que el MAS definía las reglas del juego político. La emergencia de dos candidatos de derecha como favoritos refleja tanto el desgaste de la izquierda en el poder como la capacidad opositora de articular un mensaje claro frente a la crisis.
No obstante, la política boliviana es volátil y propensa a giros inesperados. Aunque las encuestas marcan una tendencia, la alta proporción de indecisos y el voto oculto podrían alterar el pronóstico. Lo cierto es que el país se encamina a una segunda vuelta inédita, que podría redefinir su rumbo político y económico por los próximos años.