
La investigación por la desaparición y asesinato de Diego Fernández Lima, ocurrida en 1984, sumó un nuevo capítulo este martes. Es que el fiscal Martín López Perrando, a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°61, pidió que Cristian Graf, un excompañero de colegio del adolescente, sea citado a declaración indagatoria como imputado por encubrimiento agravado y supresión de evidencia.
El hombre, hoy de 58 años, vive desde la década del ’70 en una casa del barrio porteño de Coghlan. Allí, en mayo pasado, se hallaron enterrados los restos de Fernández Lima, desaparecido desde el 26 de julio de 1984. En casa vivió durante un par de años el músico Gustavo Cerati.
Según el dictamen firmado por López Perrando y el secretario Leandro Alonso, “si bien no fue posible determinar la autoría del homicidio, sí se acreditó que la víctima fue asesinada y ocultada en la finca que habitó y habita el imputado”.
El fiscal describió que, tras el hallazgo, el sospechoso realizó maniobras para desviar la investigación, brindando versiones contradictorias: desde sugerir que los restos podían pertenecer a personas enterradas en una iglesia, hasta sostener que habían llegado al lugar mezclados con tierra usada para relleno. Además, pidió a obreros que no cortaran un árbol cercano a la medianera, presuntamente para impedir que se descubriera la fosa.
La conexión entre víctima e imputado surgió tras la identificación de los restos: ambos fueron compañeros en la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N°36 y compartían afición por las motocicletas. Para el fiscal, las coincidencias son “más que contundentes” y permiten afirmar que el acusado conocía la existencia del cadáver.
El 26 de julio de 1984, Diego, de 16 años, almorzó con su madre y salió rumbo a visitar a un amigo. Fue visto por última vez en Villa Urquiza, camino al colegio. Nunca llegó a destino. La denuncia se radicó esa misma noche como una presunta “fuga de hogar”, lo que retrasó la búsqueda. Su padre murió sin saber qué había ocurrido; su madre, hoy de 87 años, y sus hermanos continuaron la búsqueda durante décadas.
El 20 de mayo de 2025, un grupo de albañiles que trabajaba en una obra lindera al domicilio del sospechoso halló restos humanos tras un derrumbe de tierra. El Equipo Argentino de Antropología Forense determinó que se trataba de un adolescente que había muerto por una puñalada en el tórax, y que intentaron desmembrar con una herramienta sin éxito antes de enterrarlo a 80 centímetros de profundidad.
Junto al cuerpo se encontraron objetos característicos de los años ’80: un reloj Casio con calculadora, una moneda japonesa, una corbata colegial, una ficha de casino y la suela de un mocasín, entre otros. La repercusión mediática llevó a que un sobrino de Diego reconociera la posibilidad de que fuera su tío. Un análisis genético confirmó que los restos pertenecían a Fernández Lima.
Aunque la acción penal por homicidio está prescripta por el tiempo transcurrido, la fiscalía busca reconstruir los hechos para “arrojar luz sobre lo que le ocurrió a la víctima” y determinar responsabilidades por las maniobras de ocultamiento.