15/08/2025 - Edición Nº920

Deportes


Con Ángel Labruna

A 50 años del día que River cortó la maldición y volvió a gritar campeón

14/08/2025 | El 14 de agosto de 1975, River Plate ganó el Torneo Metropolitano y puso fin a una sequía de 18 años sin títulos con un equipo repleto de juveniles a causa de una huelga del plantel profesional.



La historia del River campeón de 1975 no se mide solo en goles ni en partidos ganados. Se mide en años de espera, en ilusiones truncas, en frustraciones compartidas por generaciones de hinchas. Se trata de un hecho histórico que cumple medio siglo y sigue viva en la memoria colectiva del pueblo riverplatense.

El 14 de agosto de aquel año, River venció a Argentinos Juniors con un equipo plagado de juveniles y se consagró campeón del Torneo Metropolitano. Fue el final de una larga travesía por el desierto de títulos que se había extendido por casi 18 años. Ángel Labruna fue el arquitecto de ese logro. Su vuelta como entrenador fue clave para devolverle al club una mística que parecía extraviada desde 1957. 

El campeonato se jugó entre febrero y agosto, con un formato de todos contra todos, ida y vuelta. River comenzó con el pie derecho, mostrando un plantel reforzado y con hambre de gloria. Las incorporaciones de Perfumo, Ártico, Comelles, Raimondo y Pedro González mejoraron el plantel y enriquecieron la competencia interna. 

A lo largo del torneo, River fue construyendo su candidatura partido a partido. Con fútbol, pero también con carácter. Tanto J. J. Lopez como Alonso fueron fundamentales en la generación de juego y tuvo a un goleador como Carlos Morete que llegó a convertir 24 goles en la temporada. En la parte defensiva, tuvo a Roberto Perfumo como un baluarte y en el arco a Ubaldo Matildo Fillol. Nombres que empezaban a pisar fuerte en la historia del club.

Labruna en andas.

También sufrió y en las últimas fechas, Boca comenzó a descontar puntos y encendió las alarmas. Era el momento más tenso del campeonato. River tenía todo para ganar, pero también todo que perder. Para colmo, la  situación se complicó aún más cuando, a dos fechas del final, estalló el conflicto entre Futbolistas Argentinos Agremiados y la AFA por la firma del convenio colectivo de trabajo. La huelga fue decretada y puso en jaque la definición del torneo.

El Gobierno declaró ilegal la medida de fuerza, pero los jugadores mantuvieron su postura. La AFA decidió que los partidos se jugarán igual. Así, la fecha 37 se disputó con equipos alternativos, juveniles y amateurs. River se vio forzado a improvisar. Labruna, en solidaridad con sus dirigidos, decidió no dirigir ese encuentro.

La responsabilidad recayó en Federico Vairo, exjugador del club y referente de la institución. Ese 14 de agosto de 1975, más de 50.000 personas coparon el Amalfitani y la mayoría gritaron el gol del juvenil Rubén Norberto Bruno frente a Argentinos Juniors que cortaba con una larga agonía. Ese zurdazo del juvenil no sólo definió un partido. Definió una era. Fue el grito contenido de casi dos décadas. Fue desahogo, fue revancha, fue justicia. Bruno, que nunca hizo carrera en Europa ni jugó mucho más en River, se convirtió en un símbolo eterno.

El festejo fue desbordante. La hinchada invadió el campo. La vuelta olímpica, improvisada, fue el punto final de una larga espera. El club volvía a ser campeón, y lo hacía en las condiciones más inverosímiles. Al día siguiente, con la huelga levantada, los profesionales regresaron a los entrenamientos. River organizó una vuelta olímpica simbólica en el Monumental, que apenas duró 45 minutos por la invasión de los hinchas.

El plantel que hizo historia en River.

Fue una fiesta descontrolada, pero entendible. Una generación entera había crecido sin ver a River campeón y el desahogo era enorme. Ese equipo de 1975 se convirtió en un ícono. Fillol; Comelles, Perfumo, Ártico, Héctor López; Juan José López, Merlo, Alonso; Pedro González, Morete y Más. Nombres que aún hoy se recitan de memoria.

Quedaban atrás las frustraciones de 1963, cuando salió segundo de Independiente, y de 1968, con la polémica “mano de Gallo” frente a Vélez. O la final perdida con Chacarita en 1969, o la definición de 1970, cuando la diferencia de gol favoreció a Independiente.

No fue un simple título más. Fue el renacimiento. River dejó atrás las frustraciones de 1963, cuando salió segundo de Independiente, y de 1968, con la polémica “mano de Gallo” frente a Vélez. O la final perdida con Chacarita en 1969, o la definición de 1970, cuando la diferencia de gol favoreció a Independiente.  

Todo eso quedó atrás el 14 de agosto de 1975. La historia le devolvía a River su lugar entre los grandes. Y lo hacía con un gesto casi poético: consagrarlo con un equipo de juveniles, sin sus principales figuras. Cada hincha tiene su versión de ese día. Algunos lo vivieron en la tribuna. Otros lo escucharon por radio. Pero todos lo recuerdan como el momento en que River volvió a ser River.