
La controversia estalló en Argentina tras conocerse las declaraciones del diplomático y jurista Marcelo Kohen, especialista en derecho internacional y asesor de la Cancillería en cuestiones de soberanía sobre las Islas Malvinas. Kohen propuso que el Reino Unido conserve la porción insular de Tierra del Fuego y que, además, se restrinja la migración de argentinos hacia esa zona. La idea, planteada en foros internacionales y en presentaciones previas en Malvinas, fue calificada por sectores críticos como una cesión inaceptable del territorio nacional.
El planteo no tardó en desatar una tormenta política y social. La propuesta fue interpretada como una señal de debilidad frente a Londres, en un contexto donde la causa Malvinas sigue siendo una bandera de unidad nacional. Aunque Kohen intentó presentar el plan como una vía pragmática para abrir canales de negociación, sus palabras generaron la percepción de un retroceso en la histórica defensa de la soberanía argentina.
De acuerdo con diversas fuentes, Kohen sugirió incluso que en esa parte insular se organice un referéndum futuro, donde los habitantes decidirían si permanecer bajo influencia británica o incorporarse definitivamente a Argentina. El proyecto incluiría un régimen migratorio diferenciado para impedir el asentamiento masivo de argentinos en la región. La propuesta fue interpretada como un gesto de concesión hacia Londres y encendió las alarmas en Ushuaia, donde la causa Malvinas se vive con intensidad.
El carácter explosivo de estas declaraciones radica en su potencial uso por parte del Reino Unido. Un referéndum como el propuesto por Kohen reforzaría la narrativa británica de “autodeterminación de los isleños” y debilitaría la postura argentina basada en la integridad territorial. De ahí que la iniciativa no se haya visto solo como una opinión académica, sino como un acto con posibles repercusiones diplomáticas concretas.
Excombatientes, dirigentes fueguinos y organizaciones civiles repudiaron el plan. Juan Carlos Parodi, veterano de la Guerra de Malvinas, lo calificó de “entreguista” y denunció que refleja una política de debilitamiento de la posición argentina en el Atlántico Sur. Para los críticos, aceptar un planteo así significaría abrir la puerta a la fragmentación territorial y a una claudicación histórica frente a Reino Unido.
El rechazo también se manifestó en el ámbito político local. Legisladores fueguinos exigieron explicaciones y reclamaron al gobierno nacional una desautorización pública de las palabras de Kohen. Desde Ushuaia, la preocupación es doble: no solo por la defensa del territorio, sino también por la posibilidad de que se erosione la cohesión social en una provincia donde la identidad se encuentra profundamente vinculada con la causa Malvinas.
Los especialistas recuerdan que la ley 23.775 de 1990 consolidó a Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur como una única provincia indivisible. Esto significa que cualquier intento de modificar sus límites necesita el consentimiento expreso de la legislatura provincial y del Congreso Nacional. En ese sentido, la propuesta de Kohen aparece jurídicamente inviable desde el inicio.
A esto se suma la reforma constitucional de 1994, que incorporó una disposición transitoria definiendo como “irrenunciable” el reclamo argentino sobre Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. Bajo este marco, no hay espacio legal para una cesión territorial. Cualquier iniciativa de ese tipo violaría la Constitución y comprometería la legitimidad del reclamo argentino ante la comunidad internacional.
Si bien la propuesta no constituye una política oficial del gobierno argentino, la pertenencia de Kohen al Consejo Nacional de Malvinas, creado por la ley 27.558 en 2020, genera suspicacias. Críticos señalan que su rol dentro de este organismo le otorga una proyección institucional que excede una opinión académica personal. El silencio de la Cancillería frente a la polémica también alimentó la percepción de que existen corrientes internas con visiones contrapuestas.
En paralelo, algunos sectores defienden la libertad académica de Kohen y relativizan el impacto de sus declaraciones. Argumentan que un debate abierto sobre diferentes caminos de negociación no necesariamente implica una política oficial. Sin embargo, la falta de un pronunciamiento firme por parte del gobierno mantiene el debate abierto y genera incertidumbre en la sociedad.
El hecho de que Kohen haya compartido sus planteos en instancias con representantes británicos despertó inquietud diplomática. Analistas advierten que este tipo de discursos pueden ser utilizados por Londres como argumentos para sostener su posición de autodeterminación de los isleños. Al mismo tiempo, debilitan la estrategia argentina basada en la integridad territorial y en el principio de negociaciones bilaterales.
En foros internacionales, la noticia ya circula como un ejemplo de fracturas internas en la política argentina. Para la diplomacia británica, estas grietas pueden servir como un insumo para consolidar su postura y minimizar las presiones de organismos multilaterales. El costo para Argentina podría ser alto si no logra desmarcar claramente la posición oficial de las opiniones personales.
El caso Kohen pone en evidencia la tensión permanente entre realismo político y defensa soberana en Argentina. Mientras algunos plantean soluciones pragmáticas para destrabar el conflicto por las islas, otros insisten en que ceder territorio equivaldría a renunciar a la identidad nacional. La propuesta, carente de validez legal, terminó exponiendo las fisuras internas del debate argentino sobre Malvinas y Tierra del Fuego.
Más allá de la polémica inmediata, el episodio refleja cómo los debates académicos pueden convertirse en armas diplomáticas cuando se tocan temas sensibles. El futuro de la causa Malvinas depende en gran medida de mantener la cohesión interna y la claridad institucional. En ese terreno, cualquier ambigüedad puede costar caro en la arena internacional.