
La tensión en Gaza volvió a intensificarse este 18 de agosto tras conocerse que miles de palestinos están abandonando la ciudad, particularmente las zonas orientales, ante la inminencia de una nueva ofensiva israelí. Según fuentes militares de Israel, la operación apunta a desmantelar lo que consideran los últimos bastiones de Hamás en la región.
El movimiento de civiles se produce luego de que las autoridades israelíes emitieran advertencias de evacuación, mientras agencias internacionales y organizaciones humanitarias alertan sobre la capacidad limitada para albergar a más desplazados en el sur del enclave. La situación refuerza la preocupación por una crisis humanitaria persistente en un territorio ya marcado por meses de conflicto.
De manera simultánea, Egipto y Qatar intensificaron sus gestiones diplomáticas para lograr un cese al fuego temporal. Hamás ha planteado una tregua de 60 días condicionada a la liberación parcial de rehenes, mientras Israel insiste en la liberación total y en garantías de desarme. Estas posiciones reflejan las dificultades de alcanzar un consenso en las conversaciones mediadas internacionalmente.
Las iniciativas diplomáticas también contemplan el envío de suministros y la instalación de campamentos temporales en el sur de Gaza, en un intento por mitigar los efectos de un nuevo desplazamiento masivo. Sin embargo, la distribución de ayuda enfrenta obstáculos logísticos debido a los bloqueos en pasos fronterizos.
De acuerdo con datos de Naciones Unidas, más de 1,35 millones de personas requieren refugio inmediato, mientras las cifras de fallecidos por desnutrición ascienden a 263 desde el inicio del conflicto. Las agencias de asistencia alertan que la presión sobre hospitales y albergues está al límite, en un escenario donde los desplazamientos forzados se han convertido en una constante.
Por su parte, Hamás calificó las medidas de evacuación israelíes como una “nueva ola de desplazamiento forzado”, mientras que Israel insiste en que sus advertencias buscan reducir bajas civiles. Esta tensión refleja el dilema permanente entre las operaciones militares y la protección de la población civil en la franja.
La evacuación de Gaza antes de la ofensiva subraya las dificultades de equilibrar las operaciones militares con la protección humanitaria. Mientras los esfuerzos de mediación internacional buscan un alto al fuego, la realidad sobre el terreno muestra un desplazamiento continuo de civiles y una infraestructura colapsada. El desenlace dependerá de si las negociaciones logran imponerse a la lógica militar en un conflicto que lleva meses sin una solución definitiva.