
Llenar el changuito se volvió una odisea cotidiana para la clase media argentina. Los últimos relevamientos muestran que el costo de una canasta de alimentos y bebidas ya supera los $750.000 en varias provincias del sur del país, mientras que en el noreste todavía es posible conseguirla por debajo de los $700.000. La diferencia, que supera los $77.000 entre el valor más alto y el más bajo, refleja cómo la geografía, los impuestos y los costos logísticos terminan marcando la brecha en los bolsillos de los consumidores.
En Santa Cruz, por ejemplo, el changuito de la clase media trepó a $769.319 y se convirtió en el más caro del país. Muy cerca aparecen Chubut y Tierra del Fuego, con cifras que rondan los $750.000. El encarecimiento del transporte hacia los extremos australes, sumado a la menor competencia comercial, explican buena parte de la diferencia.
En el otro extremo del mapa, los consumidores de Misiones encuentran la misma canasta en $691.579, mientras que en Chaco y Formosa no llega a $694.000. El contraste con la Patagonia es tan marcado que, en términos de un sueldo promedio, equivale a medio salario más por mes solo para comprar los mismos productos.
La Ciudad de Buenos Aires sorprende en este ranking: con $705.323, no aparece entre las zonas más caras, gracias a la cercanía con los centros de distribución y a la fuerte competencia que imponen los grandes supermercados y mayoristas.
Pero más allá de las fotos estáticas, la dinámica de precios también muestra particularidades. En Jujuy, el changuito subió 3,9% en el último mes, el salto porcentual más alto del país. En Catamarca y Corrientes, los aumentos también superaron el 2,5%, lo que implica más de $30.000 de diferencia en un solo mes. En cambio, en Santa Cruz o Tierra del Fuego, donde los precios ya son elevados, los incrementos fueron mucho más moderados: entre $5.000 y $8.500.
Los especialistas remarcan que detrás de estas disparidades se esconden dos factores clave: la logística —que encarece llevar los productos a zonas alejadas— y la carga tributaria provincial, que en casos como Misiones llega a representar casi el 13% de su producto bruto. Ambos elementos suman presión a un fenómeno que ya se siente con crudeza en todo el país: llenar el changuito es cada vez más caro, y no de la misma manera para todos.
La postal final muestra que las familias ajustan su presupuesto de acuerdo con la región en la que viven, provincias donde el changuito pesa más que en otras, y una certeza compartida de norte a sur: el bolsillo del consumidor sigue castigado y llenar el changuito se convirtió en una hazaña.